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Editora en jefe de El American. Economista. Columnista y analista política en radio y televisión. Podcaster. Colombiana exiliada en EE. UU.
Editora en jefe de El American. Economista. Columnista y analista política en radio y televisión. Podcaster. Colombiana exiliada en EE. UU.

Chile y la estrategia psicológica de la izquierda

26 de octubre de 2020

La clásica estrategia de la izquierda que llega al poder por los votos, y ya no por las armas, ha sido generar caos para luego surgir como salvadores en medio del descontento. En Chile sucede algo particular, el descontento no es consecuencia de hechos ni de la realidad, sino producto de una percepción psicológica.

Desde hace ya casi un siglo, por lo menos desde el nacimiento de la Escuela de Frankfurt, los izquierdistas descubrieron que es en el mundo de la psicología donde tienen la clave para seguir conquistando adeptos. Su pelea no es en el campo racional sino en el campo de los sentimientos. Por eso echaron mano al psicoanálisis de Freud para reinventarse. 

Nos han dicho a las mujeres que si no queremos dar a luz está bien abortar y que si no conseguimos pareja es culpa del heteropatriarcado. Le dicen a los niños que no tienen que ser mujer u hombre, que experimenten. Le han hecho creer a millones de jóvenes que vivir una vida sexual irresponsable y alocada es la clave de la felicidad. 

Este 25 de octubre se ha votado en Chile el rechazo a una Constitución que deja claro que el Estado debe intervenir lo menos posible en la economía. El plebiscito con el que han decidido destruir la constitución chilena es solo un paso en un largo camino que ha recorrido la izquierda

Y con eso, convenciendo con sus «consignas liberadoras», han conducido a muchas personas a una vida desordenada, de tristeza y soledad. Han creado individuos sin Dios y sin una familia que funja como red de contención ante los problemas diarios,  construyendo así el terreno perfecto para asegurarse los votos de personas «hipersensibles», inestables, inseguras, sin la disciplina y el carácter que se necesita para salir adelante, y por lo tanto añorando en un político la protección y la seguridad que le debería dar su familia y seres queridos. 

El asunto es aterrador. La izquierda crea los problemas, vuelven populares ideas que perjudican a las personas, y una vez los tienen solos y desolados se presentan como los salvadores. 

Ahora bien, así como han logrado que muchas mujeres pasen de creer que el embarazo y el matrimonio son lo más especial e importante en la vida, a creer que se trata de una tragedia y un impedimento para ser felices, también ha logrado la izquierda que la gente piense que un modelo económico exitoso no funciona. 

Este 25 de octubre se ha votado en Chile el rechazo a una Constitución que deja claro que el Estado debe intervenir lo menos posible en la economía. El plebiscito con el que han decidido destruir la constitución chilena es solo un paso en un largo camino que ha recorrido la izquierda. 

Camino en el que han convencido a los chilenos de que el país con el segundo PIB per cápita más alto de la región lo está haciendo muy mal y necesita izquierda. Los han convencido de que su sistema pensional, uno de los mejores del mundo, es un fracaso. Le han hecho creer a la mayoría del pueblo chileno que su Constitución es un estorbo para el país

La batalla contra la izquierda es por supuesto en el campo económico y en el campo cultural pero, además, es una batalla en el campo psicológico

Son tan hábiles manipulando a las personas y mintiendo, que hacen creer a la gente que hay un problema. Una vez convencen a millones, se presentan con la supuesta solución, ganan por la vía democrática, y sentados ya en el poder crean sus redes clientelares para mantener a la gente como perros a los que se les tira migajas.

Chile no es la desgracia que la izquierda le pintó a millones de chilenos. Hay muchas cosas por mejorar, por supuesto, pero yendo a los datos es el país con el segundo mayor PIB per cápita de la región y el que tiene mayor libertad económica. Su sistema pensional —una de las principales obsesiones de la izquierda— es, por lejos, el mejor de Hispanoamérica.Y su Constitución —la que hoy han decidido votar a la basura— es, a los ojos de un liberal, la mejor entre las Cartas de los países latinoamericanos. 

La izquierda crea muy buenos relatos, los sabe esparcir muy bien, mueve a la gente a través de pasiones y tiene claro que su terreno no es el de los datos sino el de los sentimientos. 

La batalla contra la izquierda es por supuesto en el campo económico y en el campo cultural pero, además, es una batalla en el campo psicológico. Son ilusionistas completamente capaces de lograr que millones de personas crean sus fantasías. 

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