Para nadie es un secreto el gran despertar del gigante asiático cuya irrupción en la economía mundial es indiscutible y notoria durante la gran crisis financiera de USA el 2008. Sin embargo, no todo quedó en el ámbito financiero y económico, como es lógico, los burócratas de Pekín optaron por mayor presencia en la arena política mundial, creando escenarios geopolíticos más favorables a sus intereses hegemónicos.
Por supuesto, no faltarán las voces de necios, ignorantes u oportunistas que defenderán a toda costa el despertar del dragón rojo, procurando minimizar los recurrentes actos hostiles de China para con el resto del mundo en su franca carrera hacia el levantamiento de la era de la hegemonía de China. La semana pasada, dos hechos resultaron realmente nítidos y cada vez confirman el direccionamiento del gobierno comunista de Pekín hacia esa ruta.
El primero de ellos fue el reciente descubrimiento de centenares de silos para misiles balísticos intercontinentales en proceso de construcción en el desierto occidental, concretamente en Xinjiang, tal como reveló la Federación de Científicos Estadounidenses (FAS, siglas en inglés). Inicialmente los amordazados medios de comunicación chinos intentaron desestimar la noticia, pero más tarde las autoridades gubernamentales aseguraron que este segundo campo misilístico responde a fines defensivos.
La frugal respuesta china es una gran mentira si la colocamos en el justo contexto, según recientes declaraciones del propio Xi Jinping. «(…) nunca más China será intimidada, oprimida o esclavizada por otros Estados (…) Aquellos que se atrevan a intentarlo, encontrarán sus cabezas ensangrentadas en una gran muralla de acero forjada por más de 1.400 millones de chinos”, dijo, según traducción de José Levi en su programa “Desafíos Globales”.
Estos dos aparentes hechos aislados constituyen un todo que expresan la clara y firme decisión de China de irrumpir (…) como la gran potencia dominante de todo el planeta
Por si fuera poco, aprovechando el proceso de retirada de USA de Afganistán, el cual ha venido aparejado por el avance de los temidos Talibanes que se están haciendo con el control de varias provincias, tuvo lugar el encuentro en Pekín de una delegación de los insurgentes encabezada por Abdul Ghani Baradar y el Canciller de China Wang Yi. Según palabras del portavoz de los Talibanes, Wardak: “China no interferirá en los asuntos de Afganistán”, según reseñó AP. Algo muy difícil de creer cuando justamente le da estatus de reconocimiento a los Talibanes constituyendo así una franca y abierta injerencia en política afgana por parte del gobierno de Pekín que seguramente ocupará el vacío dejado por USA en Afganistán.
En conjunto, estos dos aparentes hechos aislados constituyen un todo que expresan la clara y firme decisión de China no sólo de irrumpir en la compleja dinámica global económica, sino como la gran potencia dominante de todo el planeta, por lo que estamos observando el renacimiento de una nueva Guerra Fría, ayer USA versus la URSS, sólo que la nueva versión es USA versus China comunista, pero esta vez, no se trataría de una puja entre el capitalismo y el socialismo, sino por el máximo control del mercado global.
De ganar la carrera China, las democracias del mundo libre estarán condenadas a su muerte tarde o temprano
Por supuesto, como toda guerra, no está exenta de estar acompañada de una carrera armamentista. La expansión del poder nuclear de China contra el poderío estadunidense. Muy malas noticias, sin duda, para la comunidad internacional que quedará subsumida en la puja entre dos grandes potencias que se disputarán la hegemonía global, con todas las consecuencias que ello implica para la estabilidad y la paz mundial.
Finalmente, lo que estamos presenciando tal vez sea el inició de un complejo y largo proceso de trastrocamiento global que conduzca al fin de la hegemonía de USA para dar pasado a la hegemonía del dragón rojo. En caso de concretarse este cambio, como nos suele revelar la Musa de la Historia, el ganador de la contienda impondrá sus valores y cosmovisión al resto de los actores y allí el drama, pues, China no tiene ninguna tradición democrática ni respeto por los derechos humanos, y desprecia los derechos de los trabajadores y el medio ambiente. De ganar la carrera China, las democracias del mundo libre estarán condenadas a su muerte tarde o temprano. Por ello, urge a Occidente avanzar hacia una coalición por USA antes que sea derrotada y sea tarde para salvar la democracia.