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Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936) es escritor. Ha sido en dos ocasiones Premio Nacional de Literatura. Ha ganado el Planeta, el Fernando Lara y el Ondas. Como periodista de prensa, radio y televisión ha hecho de todo en medio mundo. Ha sido profesor de Lengua, Literatura e Historia en trece universidades de Europa, Asia y África. Sigue en la brecha.
Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936) es escritor. Ha sido en dos ocasiones Premio Nacional de Literatura. Ha ganado el Planeta, el Fernando Lara y el Ondas. Como periodista de prensa, radio y televisión ha hecho de todo en medio mundo. Ha sido profesor de Lengua, Literatura e Historia en trece universidades de Europa, Asia y África. Sigue en la brecha.

Chusmocracia, populacherismo y populismo

28 de noviembre de 2022

¿Populismo? ¿Y eso qué es? Desde hace veinte años, más o menos, quizá lo último, todo dios, en el ámbito de la política, utiliza al por mayor esa palabra. Lo hacen para llevarse las manos a la cabeza. La esgrimen como una amenaza, como un virus que se está convirtiendo en pandemia, como una estrategia diabólica y privativa de las ideologías de extrema derecha, que en puridad no existen, o de extrema izquierda, que por desgracia, cunden. Populistas serían, por ejemplo, los podemitas o los wokistas, que sí lo son, y los voxitas, o los del clan Le Pen, los de la Meloni, los de Orbán y tantos otros, cuyas ideas, lejos de ser populistas, son, simplemente, de decencia moral, de limpieza ética y, sobre todo, de sentido común.

Con lo de «todo dios» ‒disculpen que recurra a una expresión tan chabacana‒ me refiero a los políticos, a los diputados, a la soldadesca de los partidos, a los columnistas (menos yo y los de La Gaceta) y a los papagayos de las tertulias, pero no a las gentes del común. Sospecho que a las últimas les pasa lo mismo que a mí: ni entiendo ni entienden lo que esa palabra significa o, mejor dicho, el uso que se le adjudica y el destino que se le atribuye.

Todos los partidos políticos son socialdemócratas, o sea, populistas, menos aquellos a los que los socialdemócratas califican, precisamente, de populistas

En tales casos conviene acudir al tumbaburros para que la perplejidad se desvanezca… El diccionario de la Real Academia Española ‒limitémonos a él, aunque no sea ni de lejos el más solvente de los que existen‒ define el populismo de este modo…

-Primera acepción (se trata en realidad de sinonimia): popularismo.

-Segunda acepción: tendencia política que pretende atraerse a las clases populares.

-Coletilla: úsase mucho en sentido despectivo. Cierto.

Lo primero es una perogrullada. Populistas, según eso, serían Jack el Destripador, Lady Di, Julio Iglesias, Ronaldo, Mario Vaquerizo, Belén Esteban, Chicote, El Chicle y hasta yo mismo, que padezco, por desgracia, cierta incomprensible popularidad. Lo segundo va a misa… Sí, pero en tal caso, ¿hay, por definición y petición de principio, algún partido político que no sea populista, o sea, que no busque cuantos más votos, mejor? 

¿Y no será populista, también por definición etimológica, la democracia, que según nos dicen sus teóricos, sus partidarios, sus cantores y sus ejecutores, es el gobierno del pueblo? ¿Del pueblo? ¿He oído bien? ¡Pues entonces! Si ese sistema no es, sin posible escapatoria, populista a rajatabla, que vengan Tocqueville, Popper, Gramsci y Fukuyama a explicárnoslo.

¡Ah! Y el nefasto Keynes, que se sacó de la manga del Grupo de Bloomsbury el callejón sin salida de la socialdemocracia, que conduce al reparto de sopa boba, al estatus de irresponsabilidad generalizada, al pensamiento único, al acogotamiento de la meritocracia, al latrocinio fiscal, a la depauperación de la prosperidad, a la parálisis de la dinámica de la sociedad y, a medio plazo, a la bancarrota de ésta, endeudada hasta el colodrillo. 

Nada es más populista que el Frente ‘Popular’ y que las Democracias ‘Populares’

Hoy, en la Unión Europea, en el mundo occidental y en parte del oriental, todos los partidos políticos son socialdemócratas, o sea, populistas, menos aquellos a los que los socialdemócratas califican, precisamente, de populistas. En España sólo Vox no lo es.

Y, en general, nada es más populista que el Frente Popular y que las Democracias Populares (China, Cuba, Corea del Norte, la Unión Soviética, en su día, y sus satélites).

De modo que a otro perro con el hueso del populismo… ¿O deberíamos llamarlo populacherismo? Hacia él nos dirigimos. No. En él estamos. Chusmocracia.

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