«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Director de Rius TV en YouTube. Trabajó antes en La Vanguardia y en El Mundo. Director de e-notícies durante 23 años.
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Collboni se carga la Navidad

12 de diciembre de 2024

Les voy a contar un secreto. Yo no pasé de la primera comunión. Para desesperación de mi abuela materna, que era muy de misa. De mayor me casé por lo civil. Y mis hijos no están ni siquiera bautizados. Dicho esto, no negaré la influencia del cristianismo en la formación de Europa. En mi opinión, el Viejo Continente es fruto del cristianismo, la cultura del esfuerzo y los climas húmedos. También el respeto a la propiedad privada y la seguridad jurídica. Aunque estas dos últimas llegaron mucho después.

La prueba es que, en Cataluña, de los novecientos y pico municipios existentes, más de un centenar llevan el nombre de un santo. Algunos tan importantes como Sant Andreu de la Barca, Sant Vicenç dels Horts —donde vive Junqueras—, Sant Cugat del Vallès, o Sant Feliu de Llobregat. Por citar algunos. Incluso, volviendo a mi infancia, Santa Eulàlia de Ronçana. El pueblo en el que pasaba mis vacaciones de pequeño. Aquello era el paraíso.

Y uno de los grandes errores en la construcción de la UE fue no meterlo en la Constitución Europea. Creo que el papa Juan Pablo II lo intentó. Pero Giscard d’Estaing, el expresidente francés, se opuso. Craso error. Lo acabaremos pagando.

Todo esto viene a colación porque el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, se ha cargado definitivamente la Navidad. Al menos el sentido religioso. Parecía difícil hacerlo peor que Colau, pero lo ha conseguido. La entonces alcaldesa colocaba unos belenes horrendos en la Plaza Sant Jaume. Algunos parecían un escaparate del Ikea. No obstante, los colocaba.

El socialista —votado por el PP, por cierto— ni eso. Se ha limitado a poner una estrella gigante en medio de la plaza. De esas con muchas puntas. Ni siquiera parece una estrella de Belén. Y en los carteles de los alrededores el lema, en catalán, es: «Buen mercado. Buenas fiestas». Nada de Feliz Navidad y próspero año nuevo. Más bien se asemeja un anuncio gastronómico. Es cierto que, en uno, aparece una chica comiendo la típica escudella catalana. En cambio, en el otro sale una señora con varias barras de pan bajo el brazo. Ni siquiera son turrones.

Por eso, en señal de desagravio —incluso a pesar de mi agnosticismo confeso— este martes fui a un acto de Vox. Montaron una pancarta con una imagen de un pesebre delante del Ayuntamiento. Estaban todos: San José, la Virgen María, el Niño Jesús. Incluso la estrella de Belén.

Gonzalo de Oro, alcaldable por Barcelona, denunció la «falta de respeto que ha tenido el alcalde Collboni». Y manifestó que «quiere tapar el origen cristiano de estas fiestas». Hasta lamentó que, en el Raval, barrio con más de el 40% de población extranjera, mayoritariamente musulmana, «se ponen luces sin motivos religiosos para no molestar a nadie» mientras que en la plaza Universidad, una de las más céntricas de la ciudad, se han utilizado adornos «con motivos árabes».

Mientras que Joan Garriga, presidente del partido en Barcelona y portavoz en el Parlamento catalán, defendió «felicitar las Navidades, no las fiestas; poner el belén en las casas, la iluminación en las calles, la misa del gallo —la que se celebra la víspera de Navidad a las doce de la noche—, de Sant Esteban, son nuestras costumbres y tradiciones».

Como la carn d’olla (la versión catalana del cocido madrileño, los canelones, los barquillos, los turrones). Y en Cataluña, desgraciadamente, años de progres han hecho todo lo contrario: felicitar el Ramadán en vez de la Navidad.

Soy testigo. En Google, todavía puede encontrarse una felicitación de ERC por el final del Ramadán. Sin embargo, no hacían lo mismo con los católicos por la Cuaresma. Volveré a decirlo: soy agnóstico, pero estamos asistiendo al suicidio de la sociedad occidental. 

Un vacío de poder —también moral o religioso— se rellena con frecuencia con otro poder mucho peor. No hace falta que les cuente como están las iglesias, incluso los domingos, y como están de llenas las mezquitas los viernes.

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