«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Conductas que recuerdan un pasado doloroso

23 de noviembre de 2016

A raíz del triste fallecimiento de Doña Rita Barberá, una de las personas de mayor relevancia política de los últimos cuarenta años, con sus más y sus menos, como todo ser humano, dejando claramente un saldo positivo en la historia reciente de Valencia y España, han aparecido y se han recrudecido declaraciones, actitudes y conductas, que aparte de retratar la catadura moral y humana de determinados individuos, que desafortunadamente hoy pululan por nuestro panorama político, nos sirven también de orientación para intentar entender la tragedia que aconteció en España hace ochenta años.

Para varias generaciones que sucedieron a aquella tragedia, personas que no han experimentado ni las razones, ni los odios, ni los resentimientos ni las violencias, que sufrieron los ciudadanos de aquella época, estos nuevos desplantes y manifestaciones, públicas y privadas, hechas por ciertos personajes, con la falta de sensibilidad, odio, profunda crueldad e inquina que reflejan, puede servir para explicarnos, aunque sea por analogía, a pesar de la diferentes circunstancias y del tiempo transcurrido, lo que ocurrió entonces, y apunta a la barbarie que todavía permanece latente bajo la superficie de una sociedad aparentemente “pacificada” y “civilizada”.

La maldad y el odio intrínseco en ocasiones no obedecen a razones objetivas sino a un sentimiento compulsivo que lleva a determinadas personas a comportarse de una manera agresiva y destructiva. En resumen, a pesar de todas las ilusiones y utopías: el mal existe y está emboscado a la vuelta de cada esquina, pues de alguna manera se encuentra agazapado entre las entretelas de la naturaleza humana. Podremos estudiar las razones económicas, sociales, emocionales o existenciales de aquel enfrentamiento, justificarlo o no, según las predilecciones ideológicas, pero en última instancia, lo que floreció fue la bestia que salió de la caverna, los unos salieron con su bandera dispuestos a erradicar al contrario y los contrarios reaccionaron para eliminar sin consideraciones a quienes amenazaban su forma de vida.

El odio que se sembró dio su fruto, y el fruto fue destrucción y muerte, mientras, tras las bambalinas, muchos de los que habían agitado las aguas en nombre de altisonantes consignas, refugiados tras la poesía de las ideas utópicas y principios altisonantes, escondidos tras una ideología, una causa o una bandera, realmente lo único que perseguían era atizar el odio y satisfacer ese oculto placer de derramar la sangre ajena.

Lo que resulta preocupante es ver como aparecen de nuevo tales pájaros de mal agüero en el horizonte político español, es escalofriante el sentido del humor, nada menos que de un concejal del ayuntamiento de Madrid, burlándose del holocausto o de una víctima del terrorismo, las declaraciones de un jefe de partido político, con representación en el parlamento, justificando a un terrorista que portaba una mochila con bombas y metralla, o a un sindicalista defendiendo el uso de la fuerza por parte de un matón condenado por agresión, y eso, lo que se ve abiertamente en emisoras públicas, por no hablar de las redes sociales y los comentarios que en tales medios se pueden leer.

Esta explosión de odio y rencor, desprecio por el contrario, lo que viene a señalarnos es que dichos personajes, aunque lo nieguen con insistencia, en el fondo de su ánimo estarían dispuestos, si tuvieran oportunidad, de volver a las chekas, paseos y paredones de antaño. ¡Una vez más la bestia fuera de la jaula! ¿Cómo es posible que hayamos vuelto a esto?

No es sorprendente que tales sentimientos e instintos existan, es lógico que entre tantos seres humanos estas personalidades se den, lo que no parece recomendable, ni lógico, por las consecuencias que pudiera tener dejar a tales individuos capear a sus anchas, y extender su mensaje de odio, es que se permitan tales desplantes, que tales actitudes, declaraciones y conductas no tengan la respuesta adecuada por parte de las autoridades de una sociedad teóricamente madura. Si no se toman medidas contra tales grupos, colectivos que celebran asesinatos terroristas, apoyando a sus secuaces en las instituciones, y festejando dictaduras infames como la de Venezuela o Cuba, tarde o temprano, acabaran por destruir nuestra convivencia pacífica.

 

Es preferible adelantarse, aunque hoy resulte políticamente incómodo, a tener que esperar a que la propia sociedad reaccione frente a tales personas, pues cuando eso ocurra, la respuesta puede ser implacable, y cuando la ola en sentido contrario surja, arrastra a los culpables, pero también, por desgracia, a muchos inocentes.

.
Fondo newsletter