Alianzas, coaliciones, fusiones o absorciones son posibilidades a contemplar y a acordar.
Existe una creciente presión de la opinión pública sobre las nuevas fuerzas emergentes en el panorama político español para que colaboren en su propósito de reforma institucional y de saneamiento del sistema. UPyD, Ciudadanos, VOX, así como una miríada de pequeñas formaciones independientes, comparten una agenda muy ambiciosa que incluye la democratización interna de los partidos, la transparencia de su financiación, la despolitización de los órganos constitucionales y reguladores, la erradicación de la corrupción, la derrota de ETA mediante la aplicación estricta de la ley sin pagar precio político alguno por el cese de su actividad criminal, la firmeza frente al separatismo catalán y la reorganización de la estructura territorial del Estado para hacerlo financieramente sostenible y funcionalmente eficiente. Como se ve, se trata de un planteamiento general que afecta de manera profunda e intensa a la arquitectura del conjunto de las Administraciones, a su coste y a su forma de actuar. En síntesis, se trata de convertir nuestra degradada partitocracia en una auténtica y pujante democracia constitucional.
Cuando un régimen político llega a su agotamiento, tal como le ha sucedido al que arrancó en España en 1978, y se convierte no sólo en una fuente continua de problemas, sino en un problema en sí mismo, se hace indispensable una reconversión del Estado. Esta es una tarea ingente que no puede ser acometida con éxito por una única opción política y que requiere la conjunción de esfuerzos de una vasta panoplia de actores políticos y sociales unidos por un objetivo que es de superior nivel a la acción legislativa y de gobierno propia de los períodos de normalidad. Por tanto, el deseo reiteradamente expresado por los ciudadanos de que esta gran empresa se realice mediante la unión de todos los que la consideran urgente y obligada, lo que excluye obviamente a los dos grandes partidos establecidos y a los nacionalistas, responde a una necesidad objetiva. La concreción electoral y operativa de semejante tarea admite diversas fórmulas que deben ser aplicadas en función de las circunstancias y la ocasión. Alianzas, coaliciones, fusiones o absorciones son posibilidades a contemplar y a acordar, pero lo que resulta innegable es que la dispersión de propuestas análogas las debilita considerablemente frente a los que se resisten al cambio porque lo perciben como una amenaza a su poder ventajista. Será interesante observar en el inmediato futuro si esta reiterada llamada de la sociedad civil es escuchada por sus destinatarios. Si no lo es, la decepción será proporcional a las expectativas despertadas y la salida de la crisis se hará aún más difícil.