Estimados amigos de la Iberosfera. Les saludo desde el estado más rojo de Estados Unidos, Texas. Rojo no en el sentido del demonio zurdo que está tratando de controlar el mundo, sino en relación al Partido Republicano. Uno de los pocos estados de este país que realmente apoya a Trump gracias en parte al gran gobernador que tenemos, Greg Abbott, un verdadero valiente que no se ha dejado manipular por la gran maquinaría política que a pesar de las acusaciones de fraude electoral le ha dado el gane a Joe Biden.
Pero esta columna no se trata de Abbott, ni tampoco de este magnífico estado que interpuso una demanda ante la Corte Suprema la cual como ustedes saben fue desechada permitiendo que el Colegio Electoral certificara a Joe Biden como el presidente electo, bueno eso dice la prensa, ya que oficialmente esto no se lleva a cabo hasta el seis de enero, pero ya saben ustedes como se están manejando actualmente las cosas en este país. Explicárselos sería un insulto a su inteligencia queridos lectores.
Oponerse a los votos del Colegio Electoral, aunque “ya haya hablado”, no es nada nuevo ni nada sorprendente
Dicen que en las guerras uno realmente se da cuenta quiénes realmente son tus amigos y quienes tus enemigos. Y eso ha pasado en esta batalla electoral en donde personas que pensábamos iban a poyar a Trump no han hecho sino pasivamente darle la espalda. Me refiero, por ejemplo, al ya casi retirado procurador general de justicia William Barr, la jueza de la Suprema Corte Amy Coney Barrett o el líder del senado Mitch McConnell. Estos individuos han mostrado que realmente no hay mucha diferencia entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata. A fin de cuentas son políticos que se hacen para el lado que mejor les convenga no como Trump, alguien firme en sus convicciones ya que precisamente no es eso, político. Sin embargo, aún quedan verdaderos republicanos que siguen apoyando incondicionalmente a su líder siendo uno de ellos el desconocido Mo Brooks.
Probablemente el nombre de esta persona no te suene a nada estimado lector, pero ahora es la pieza clave de este complicado ajedrez para que realmente se tomen en serio las declaraciones de fraude y no se estén desechando sin una investigación a fondo. Mo Brooks es quizás la última posibilidad que tiene Trump para reelegirse con todas las de la ley ya que cuando más se le está dando la espalda; este desconocido diputado de Alabama ha afirmado que no aceptará la certificación del Colegio Electoral ya que tanto la Cámara de Diputados como la Cámara de Senadores tienen todo el derecho de desechar tal autentificación sobre todo si es que hay sospecha de fraude.
Tanto la Cámara de Diputados como la Cámara de Senadores tienen todo el derecho a desacreditar los votos del Colegio Electoral el próximo 6 de enero
Brooks aún puede cuestionar la decisión del Colegio Electoral que se emitió el pasado 14 de diciembre ya que como mencioné con anterioridad oficialmente los votos del Colegio Electoral no se legalizan hasta el 6 de enero. Es ahí cuando El Congreso los puede aceptar o no. Lo que vivimos el pasado lunes fue una representación más de la prensa en donde se dio por hecho algo que aún tiene que ser oficialmente valorado, ¿Les suena este comportamiento del cuarto poder que en este país parece ser el primero? Pues eso fue, un simulacro más.
Oponerse a los votos del Colegio Electoral, aunque “éste ya haya hablado” como mencionó el líder del senado Mitch McConnell hace un par de días, no es nada nuevo ni nada sorprendente. Incluso es algo bastante común entre los demócratas los cuales en el 2017 trataron de invalidar los votos para Trump de Georgia y Alabama aunque el Colegio Electoral ya los había certificado. Lo mismo pasó en el 2005 cuando la ya retirada senadora demócrata de California Barbara Boxer trató de anular los votos de Ohio destinados al bélico George Bush quien por cierto fue uno de los primeros republicanos en públicamente aceptar la supuesta victoria de Biden; otro más que le ha dado la espalda a Trump.
Debatir los votos del Colegio Electoral es bastante común en todas las elecciones presidenciales. Sin embargo; como otras tantas cosas que hemos visto en este proceso electoral, el pueblo las pasaba por alto ya que nunca habíamos tenido un toro bravo como Trump cuestionando una elección. No es hasta el 2016 cuando cambian las contiendas políticas en EE.UU. ya que siempre las elecciones se las disputaban “John versus John” y daba exactamente lo mismo quien ganara. Ahora no, ahora realmente hay bastante en juego, sobre todo la dirección que tomará el mundo y no hablo de derecha versus izquierda sino de globalización versus patria y todo lo que ello conlleva. Tanto la Cámara de Diputados como la Cámara de Senadores tienen todo el derecho de desacreditar los votos del Colegio Electoral el próximo 6 de enero.
Para que la oposición de Mo Brooks cause efecto y pueda tener repercusión en El Congreso necesita que se le una un senador, no basta sólo con un diputado. A estas alturas en donde la mayoría de los republicanos le están dando la espalda a Trump se me vienen a la cabeza sólo dos: Ron Johnson de Wisconsin, sobre todo por sus recientes declaraciones ya publicadas por este medio, y Rand Paul de Kentucky quien también está convencido que hubo fraude electoral.
No sé si la audacia de Brooks tendrá éxito y Trump será reelecto ya que la maquinaría echada a andar en su contra es bastante grande. No contaban con que ganaría en el 2016 y por eso han hecho todo lo posible por sacarlo de la jugada tanto los demócratas como algunos republicanos. Pero de algo sí que estoy seguro: podrán salirse con la suya y poner en el poder a Biden pero nunca se le olvidará a los simpatizantes de Trump que muy probablemente hubo fraude, que el sistema electoral de Estados Unidos puede ser tan corrupto como cualquier otro y que al final no decide la gente quien va a ser su presidente sino los intereses de las grandes corporaciones globalizadoras. Mis respetos hacia Mo Brooks y hacia todos aquellos que cuestionan y no se dejan llevar por lo que dice la prensa. Aunque Trump no sea reelecto, algún día la historia reconocerá a Brooks y a otros que como él desafiaron a un sistema político que deja mucho que desear.