«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
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Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

Crear uno, dos, tres Canet

17 de diciembre de 2021

«Crear uno, dos, tres Vietnam es la consigna». Bajo este rótulo, lindero con la arenga, intervino Ernesto Che Guevara en la Conferencia Tricontinental de La Habana, que reunió a las naciones «no alineadas» pero solidariamente unidas ante el imperialismo, propósito para el cual, a pesar de las proclamas pacifistas que allí se airearon, era necesario –si vis pacem, para bellum– disponer de armamento con el que sostener otro lema aún más célebre: «patria o muerte». La frase, pronunciada en el contexto de la Guerra Fría librada por los dos bloques hegemónicos del momento, condensaba el proyecto revolucionario que, por lo que a la participación del argentino respecta, finalizó en Santa Cruz. Por lo que respecta al proyecto de multiplicación de vietnames, apenas fue capaz de dañar al enemigo que trataban de combatir a partir de ardorosas retóricas.

El caso plurivietnamita ofrece una magnífica ocasión para establecer una analogía con lo ocurrido recientemente en Cataluña a propósito de la petición, por parte de unos padres, de que a su hijo se le impartiera un raquítico 25 por ciento de horas lectivas en español, en rigurosa aplicación de una sentencia. Hecho público el deseo de los progenitores de que su hijo de cinco años pudiera acceder a esa cuota, las hordas hispanófobas que con mimo se han cuidado y cultivado en Cataluña durante medio siglo empleando una constante politización de la lengua catalana, se lanzaron en tromba sobre esa familia, proponiendo incluso el apedreamiento de su domicilio y celebrando una serie de actos intimidatorios a los que se sumó gustoso el consejero Josep Gonzàlez-Cambray, contra el que Vox ya ha presentado una denuncia.

Es evidente que el actual Gobierno debe su estabilidad a las cesiones que habrá de hacer a los partidos secesionistas (…). Por ello, la paráfrasis cubana parece obligada: «Crear uno, dos, tres Canet es la consigna»

Al hostigamiento y la represión desplegados por las sectas separatistas, siempre justificadas por sus propagandistas mesetarios y apoyadas por las autodenominadas izquierdas españolas, se han unido, como es habitual, los sindicatos subvencionados, organizaciones que fomentan la fractura de esa clase obrera que dicen defender, una clase que, lejos de ser universal, apenas es ya regional. Sin embargo, frente a tan tiránico poder, muy al contrario de lo que ocurrió con el proyecto del Ché, parece que esta vez serán más de uno los Canet que brotarán en una tierra, la catalana, en la que el español es marginado en la esfera pública gracias al consentimiento oportunista del Partido Popular y el PSOE.

Para muestra sirva el caso de Inmaculada Alcolea, miembro del cuerpo autonómico de policía catalana cuya acreditación de nivel C2 de catalán le otorga los mismos puntos que una diplomatura en criminología de tres años, que en 2013 sacó a su hijo de un colegio público gerundense, después de que este se negara a hablar español en casa porque la profesora le decía en el aula que ese idioma se aprende «de mayor». Concluido el curso escolar, el niño fue llevado a un colegio concertado de Gerona en el que la presión idiomática e ideológica se atenuó, a pesar de que los profesores, en sus perfiles públicos, exhibieran su inequívoco compromiso con la secesión. Allí, en la etapa de primaria, a la que corresponden 6,25 horas de español como mínimo, el niño recibió seis horas, hurtándosele 25 minutos del famoso 25% que exige la ley. Ya en el inicio de secundaria, el colegio considera que con la asignatura de español y otra troncal, hecha también en ese mismo idioma, está cumpliendo la sentencia. Hastiada e indefensa, la familia, ha decidido abandonar Cataluña. 

Sin embargo, los Canet seguirán creciendo apoyados en argumentos jurídicos tras los que se halla la incontestable realidad de que el idioma mayoritariamente hablado en Cataluña es el español, lengua que es universal por razones que quienes tratarán de seguir hostigando a las familias que reclamen tan exigua cuota, no llegan a alcanzar. Las lenguas, como tantas veces se ha dicho, carecen de derechos. Son los ciudadanos, en este caso los españoles -huelga recordar que todos los catalanes, por el hecho de serlo, lo son-, quienes los poseen por el hecho de pertenecer a sociedades políticas que también exigen deberes, entre ellos el del respeto de la ley, que el Gobierno debe garantizar y hacer cumplir. 

Es evidente que el actual Gobierno debe su estabilidad a las cesiones que habrá de hacer a los partidos secesionistas que tienen en la imposición lingüística su herramienta más poderosa para llevar a cabo sus objetivos, la balcanización de la nación española y la tutela de las piezas de ese desguace por parte de las oligarquías locales serviles con los globalistas. Por ello, la paráfrasis cubana parece obligada: «Crear uno, dos, tres Canet es la consigna».

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