«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Crimea es Rusia, Cataluña es España

5 de marzo de 2014

La inclusión de Crimea en Ucrania fue una de las mayores traiciones de Kruchev a Rusia. Cuando Ucrania se independizaba de la Unión Soviéta, los ucranianos prohibían el ruso, quedándose con su macarrónico “dialecto” con el que los rusoparlantes hacen, a día de hoy, chistes. Y la realidad es que Crimea es Rusia, guste o no. Con Putin o sin él. Crimea es Rusia, y esto es una obviedad. Es tan objetivo y tan evidente como la realidad inalienable de que Cataluña es España. Los rusos piden ayuda a Rusia, y el Gobierno tiene que apoyar a su pueblo.

Y es ante este conflicto cuando sale Obama, en la línea progresista y pacifista de Z-ETA-Paro, mandando mensajes en formato de amenazas de un líder, poco querido y aun menos comprendido, a otro líder, Putin, que a diferencia de aquel es respetado por su nación.

Ucrania amenaza con ser una segunda versión de Serbia. No olvidemos que la destrucción de Europa arrancó cuando un nacionalista serbio decidió disparar al Archiduque heredero del Imperio austrohúngaro. ¿Qué vino después? Las potencias europeas se adherieron, inconscientemente, a una guerra que llevó a Europa a la decadencia. Una Europa en la que, hoy día, Ucrania no aporta absolutamente nada. –Más bien “desaporta”-. El nacionalismo ucraniano, igual de miserable que el catalán, anclados en la “religión” de ‘roedor’ corrupto, envidioso y amargado, intenta desequilibrar a Rusia, nuestro aliado contra los chinos y los musulmanes.

Hubo un tiempo mejor en la Historia, para los nostálgicos, cuando el Ejército estaba bien visto; cuando el resguardo del territorio nacional era defendido por el pueblo; cuando un Gobierno respaldaba a su comunidad y nadie se atrevía a criticarlo. Sí. Hubo un tiempo mejor. Tampoco cualquier tiempo pasado, no generalicemos, pero la mentalidad actual del pacifismo parece una epidemia que invade Europa, a la par del inútil ecologismo que cobra su versión radical en las manifestaciones socialistas. Tomar una plaza está de moda. Ucrania lo ha demostrado. Y ahora va a pagar por ello. Con o sin Putin, Crimea es Rusia. 

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