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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cristianos, los más perseguidos

3 de diciembre de 2013
  • Hoy, veinte siglos después de que Jesucristo advirtiera a sus discípulos de que “el siervo no es más que su señor; si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros”, la persecución religiosa derivada de la intolerancia, la falta de libertad religiosa y el laicismo imperantes, está más vigente que nunca. El embajador Javier Rupérez, miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y del Patronato de Faes, presentó ayer un amplio informe sobre la persecución en el siglo XXI, en el que alerta de una peligrosa tendencia global: el 80% de la persecución religiosa en el mundo es contra cristianos.

    Los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre mayor número de persecuciones a causa de su fe: como consecuencia de las que se llevan a cabo en más de 60 países de los cinco continentes, el número de cristianos que son asesinados cada año por causa del fanatismo y el odio religiosos se cifra en unas 10.000 personas, aunque hay estudios, como el realizado por el Centro para el Estudio de la Cristiandad del Seminario Teológico Gordon Conwell situado en Massachusetts, que multiplican ese dato por diez. Las matanzas de cristianos en estados musulmanes se han convertido en un fenómeno en alza, hasta el punto de que, en la actualidad, ya muere uno cada hora. Lamentable estadística.

    Esas muestras de vesania anticristiana encuentran su asiento en países islamistas radicales o en regímenes que tienen el ateísmo por creencia estatal y la persecución religiosa como norma. El informe del Congreso de los Estados Unidos sobre la libertad religiosa internacional o International Religious Freedom Act de este mismo año señala como países que son especialmente preocupantes Birmania, China, Egipto, Eritrea, Irán, Irak, Nigeria, Corea del Norte, Pakistán, Arabia Saudí, Sudán y las ex repúblicas postcomunistas del área soviética, además de Vietnam, Afganistán, Cuba, la India, Indonesia y Laos. 

    Pero, además de esta persecución cruenta, hay otra hostilidad encubierta, más subliminal y sibilina, que es la que el laicismo imperante y la izquierda más rancia lleva a cabo a diario en todas partes, y en España también. Si los islamistas radicales actúan con bombas, la izquierda actúa con las leyes. El avance en términos de tolerancia justificaría así la intolerancia ante los cristianos: primero se recurre a la ridiculización de las prácticas religiosas y luego las ampara y justifica con leyes de progresivo arrinconamiento del hecho religioso, para acabar excluyendo al cristianismo de la vida pública. Un atentado contra la libertad, porque la libertad religiosa no es patrimonio exclusivo de los creyentes, sino de toda la humanidad. 

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