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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

C’s propone otra fórmula electoral oligárquica

12 de agosto de 2016

Después de veinte años apostando por la democracia formal, en estos cruciales momentos no debemos cansarnos de repetir que la naturaleza de un régimen político se distingue por el modo en que se regula la relación de dominación entre el poder y los ciudadanos. Es decir, por la ley electoral y el control a los poderes fundamentales del Estado. El resto (aforamientos, puertas giratorias, limitación de mandatos, inhabilitación de imputados, leyes de transparencia, etc.) son bonitos complementos que adornan el paisaje democrático pero de ningún modo lo determinan.

Si el mandatario no necesita del libre consentimiento de los ciudadanos para hacer uso del mando como se le antoje, en función de los grados de abusos a los derechos fundamentales nos encontraremos ante un dictador, un tirano o un déspota. Al disponer de total independencia respecto a los ciudadanos, los intereses de éste no coinciden en absoluto con los del pueblo.

Si el gobernante cuenta con el halo de legitimidad popular que le confieren una elecciones que en realidad esconden la existencia de ciertos grupos privilegiados que disponen del monopolio del poder del Estado, el cual controlan directa o indirectamente en sus tres ramificaciones, estamos ante una oligarquía. Puede estar basada en la tradición, tener carácter castrense o ser simplemente de partidos. En esta última, sólo a través de los partidos se puede acceder al Parlamento o al Gobierno y ellos colocan directa o indirectamente a los altos cargos del Poder Judicial, constituyendo lo que comúnmente se conoce como partidocracia, que procede del término partitocracia acuñado en Italia desde hace años porque fue allí donde se instaló de forma paradigmática. La partidocracia crea una clase social distinta de la sociedad civil, cuyos intereses tampoco coinciden con ella al no depender totalmente del pueblo. Los ciudadanos no pueden votar a quienes desearían porque sólo se pueden presentar aquellos a quienes los partidos incluyen en sus listas, en la mayoría de ocasiones por razones de fidelidad, convirtiéndolos en sus empleados. El resto puede presentarse, pero carecen de posibilidades al no disponer de financiación ni de publicidad.

Si el que ostenta el dominio o el poder es elegido directamente por el dominado, se invierten los términos. El dominado consiente que le manden porque todo país necesita de un gobierno, pero lo que le otorga al gobernante/representante es un mandato con el mismo efecto que un poder notarial. Un mandato para que le represente y le mande. La gran diferencia con los modelos anteriores es que dicho mandato se otorga a quien el votante o ciudadano desea porque en unas elecciones realmente libres todos los que lo deseen tienen la posibilidad de presentarse en igualdad de condiciones y no sólo los que hayan conseguido que los introduzcan en una lista, lo que implica que al término del plazo para el que se le dio el poder o mandato -habitualmente los cuatro años de la legislatura- los votantes y no el partido le pueden retirar la confianza. Además, en casos extraordinarios, si la confianza se ve flagrantemente traicionada, se puede retirar el mandato o el poder antes de que termine la legislatura, de la misma forma que uno puede quitarle los poderes notariales otorgados a un tercero en cualquier momento. Es decir, que el mandado es en realidad el mandante y sólo así los intereses de ambas partes convergen, porque como lo único que no desea el representante es perder su condición, actuará por interés propio a favor de sus votantes, no porque crea que es lo que debe hacer –a veces pueden coincidir política y moral pero no es lo habitual- sino porque le interesa hacerlo así para renovar su cargo. En esto consiste la democracia.

Con las listas abiertas y desbloqueadas que propone de momento C´s se atenúa la oligarquía de partidos pero no se llega a los mínimos exigidos para poder considerar un sistema de democrático. C´s proponía en su programa electoral el sistema electoral mixto, que combina el paradigmático diputado de distrito con el sistema proporcional de listas. Sin ser auténticamente representativo, pues la representación real sólo se encuentra en el diputado de distrito con posibilidad de revocatoria anticipada de mandato, se aproximaba a él. Sin embargo, en su propuesta de ley electoral a Rajoy han mutilado tanto la libertad del votante para convertirse en el mandante del mandatario que casi no hay diferencia con lo que tenemos. Las listas abiertas y desbloqueadas no eliminan el carácter oligárquico de un sistema electoral, los candidatos seguirán dependiendo de las cúpulas de los partidos en vez de los votantes, que ya no serán sus mandantes, abriendo de nuevo un espacio insalvable entre los intereses de la clase política y los de la sociedad.

Estoy seguro de que si dan cuenta a tiempo del error, volverán a su propuesta original.

 

@lorenzoabadia

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