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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Socio-Director de Eurogroup Human Resources.Orgulloso de colaborar con Intereconomía desde abril de 2012."""
Socio-Director de Eurogroup Human Resources.Orgulloso de colaborar con Intereconomía desde abril de 2012."""

¿Cuánto cuestan los “cementerios laborales” de los políticos?

13 de julio de 2015

“Lean manufacturing” (sistema de producción sin desperdicio) es un modelo de gestión enfocado paralelamente tanto en la maximización del valor aportado al cliente como en la rentabilidad respecto al aprovechamiento de los recursos disponibles. Este optimizador sistema suele diseñarse e implementarse de forma específica en empresas de perfil industrial.

A grosso modo, se trata de una fórmula de gestión cuyo objetivo principal es ajustar al máximo los recursos para evitar cualquier tipo de despilfarro productivo. Para ello, este arquetipo gerencial elimina los distintos tipos de desperdicios en los productos manufacturados, logrando de esta manera una mejora continua en la calidad de los mismos y una reducción tanto de los costes como del tiempo de producción.   

Evidentemente, España no es una empresa en la que podamos implantar el modelo de gestión citado anteriormente, no obstante, nuestro país necesita imperiosamente adoptar un eficiente sistema gerencial político-económico que no provoque déficits continuados ni tenga que recurrir a un endeudamiento público insostenible e impagable.

Pero proyectar y adaptar en España un modelo de gestión de estas características solo sería posible si reducimos radicalmente el volumen de nuestra economía subvencionada y, además, eliminamos el despilfarro (y la corrupción) que desprende el incontrolado gasto público-político.

Máxime, tanto en cuanto el caso del default griego debería ser una referencia y, sobre todo, un aviso para España, puesto que tanto Grecia como nuestro país tienen el mismo handicap económico, derivado también en ambos casos de un problema de índole político. Y este no es otro que la carga que soportan estos dos países al tener que sostener, vía deuda pública e impuestos confiscatorios, un macro Estado inviable política y económicamente.   

Por tanto y antes de definir el modelo productivo que precisa España (basado hasta la fecha en el sol & playa, y anteriormente también en la construcción), es vital clarificar las claves de la gestión político-económica que deben aplicarse.

Porque ningún modelo productivo será eficiente si se sigue despilfarrando el dinero público a través de una gestión política basada en la corrupción, el mantenimiento de los privilegios de la casta, el gasto clientelar autonómico y local, etc.

En este sentido, Cristina Cifuentes tiene intención de suprimir el Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid, un organismo que, a modo de cementerio político y como tantas otras entidades autonómicas subvencionadas, únicamente sirve para “colocar laboralmente” (y regalar un sueldo a cargo de los impuestos de los ciudadanos) a determinados ex-cargos públicos de la partitocracia.    

Aunque la ETT, especializada en perfiles políticos, más deficitaria e inútil de España se encuentra en la Calle Bailén de Madrid. Tanto es así, que el Senado es la meta en la que termina el subvencionado circuito laboral de los políticos perdedores, incómodos, amortizados…

Y no se trata de un asunto baladí, al contrario, porque la economía productiva española se encuentra atorada en virtud de la existencia de un entramado político-administrativo, sobre todo, de ámbito autonómico y local, que ha convertido a las familias, las pymes y los autónomos en esclavos fiscales, y a España en un país sobre endeudado y deficitario. 

Consecuentemente, si las comunidades autónomas españolas no quieren convertirse, en un futuro no tan lejano, en “17 Grecias” deberían seguir  cuanto antes el camino emprendido por Cifuentes en Madrid.

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