“Queremos seducir al independentista con otro proyecto de España”. Esta fue la frase, llámenla premonitoria, de Inés Arrimadas en una entrevista. Dame una frase y edificaré sobre ella mi columna periodística. Dicho y hecho. Sábado hornoestival. Todo transcurría abrasadoramente, como mandan los cánones agosteños. Los asfaltos de España fundiéndose a 45º a la sombra. Fernando Alonso volvía a quedar antepenúltimo en los entrenamientos. Peleas por agarrar la única mesa libre en el paseo marítimo para tomar una leche merengada. Luis Enrique volvía a indignarse con una pregunta de un periodista…Dos ruedas de prensa ha aguantado el entrenador blaugrana, poco le ha durado el ‘Pura Vida’ que traía de sus vacaciones en Costa Rica. Vamos, que el tan cacareado fin del mundo que se nos avecinaba seguía tal y como lo conocíamos. Hasta que… dos acontecimientos interplanetarios (vale, exagero) se producían en España. La boda de Inés Arrimadas y Xavier Cima. El pobre Xavi con la retahíla de exConvergencia, ni que fuera una especie en extinción, una cosa rara o un Pokemon en casa de Thomas Pynchon. Sé que contemplar a Inés yendo al altar del brazo de otro, a muchos, les ha dejado el corazón hecho un solar. Más destruido que el álbum de cromos de la plantilla del Sevilla FC de Monchi este verano. Una guapísima Inés, envuelta en encajes, con truco como los bañadores de las campeonas de natación sincronizada. Lo que no se entendió fue tanta confidencialidad y tanto perímetro de seguridad. Hasta el pobre padre de la novia, como si fuera el de María José Campanario, sin poder decir esta boca es mía. La hija ya le había aleccionado para que no hablara nada a la prensa. Absurdo, justo el momento ‘emoción y lágrimas’ se produjo entre dos grandes macetones y fue captado por los paparazzi. Está claro que esto de las celebrities nacionales ha dado un vuelco tremebundo. Ausente, Albert Rivera, “por motivos de agenda”. Magnifica excusa cuando sabemos que todos los líderes se han tomado unos días de asueto. Perfectamente ‘entendible’ que haya preferido marchar para desconectar. Breve, el miércoles tiene reunión con Rajoy. En realidad, esto que los cursis llaman eventos es una exaltación de la amistad. Todos dándose abrazos como si vinieran de Las Cruzadas, ya sea boda o Junta Nacional de partido. Lo que queda claro es que el personal ha visto mucha película de Jennifer López, organizadora de bodas. Que, en ocasiones, mejor solo que postureamente acompañado. Por la mañana, la banca española había superado con éxito los test de estrés y parece que la Casa Real también. Doña Pilar de Borbón celebraba su 80 cumpleaños y logró reunir a sus hijos y nietos. Salvo Beltrán y Andrea Pascual que permanecieron junto a su recién nacido, allí estuvieron la infanta Elena; el rey Felipe y los reyes eméritos, doña Sofía y don Juan Carlos. Volver a ver juntos a los reyes eméritos tuvo su miga y, oiga, me llena de orgullo y satisfacción este cariño y confraternización. Y mira que era difícil cuadrar agendas con la inestabilidad de Gobierno que tenemos encima. Hay vida después de las crisis de pareja o económicas. Pelillos a la mar. Doña Sofía, regia y con buen semblante, aunque la procesión vaya por dentro. Hay que valorar el papel familiar de doña Sofía triplicándose en casas de unos y otros. Sonada ausencia, como la de Albert, de Letizia. Ya sabemos que es única para desaparecer de todos los objetivos de los paparazzis. Va a ser verdad eso de que ‘libra’ los fines de semana. Como buena hija de sindicalista, se asignó su estatuto de trabajadora Real. Cosa que, aviso, veo estupenda; que cada cual disponga de sus agendas y de sus tiempos. La que nos tiene en vilo es Sara Carbonero expresándonos sus estados de ánimo en Instagram. La retirada de ‘Quiero Ser’, de la parrilla de Telecinco, nos la ha dejado con una crisis existencialista tal que se fotografía bebiendo en tazas con mensajes como: “En realidad necesito una copa” y “con un carajillo me conformo” junto a otra imagen agobiadísima: “Viernes y yo con estos pelos” cuando, en realidad, luce un pelazo ondulado secado al aire de la brisa marina de Oporto. Otro que está para rodar Looking for Richard, con Al Pacino, es Morata. Hasta ahora, un Morata anodino. Si juegan como entrenan, este chico juega como habla. Debería estar cuajando exquisiteces, más cuando la BBC aún no ha vuelto. Pero se seguirán rumiando tonterías utópicas. No sé si es que no se hace con su cometido o es que, directamente, ignora su compromiso. ¿Debe actuar Zidane como un director teatral y pulir al actor? ¿no dándole frases demasiado largas? ¿indicarle cómo tomar aire entre frase y frase? ¿Deconstruirlo como una tortilla de Adrià? ¿Pero no venía curtido y fogueado de la Juventus? Espero no oír aquella expresión de ‘se nos han ido los toros sin torear’.
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