Los promotores del manifiesto «Libres e Iguales» han empezado este verano su misión de concienciar a los españoles con actos públicos en diversos lugares del país. Tras la primera presentación frente a los leones de las Cortes, la siguiente etapa ha sido Cádiz, y el lugar, el Oratorio de San Felipe Neri, que fue sede extraordinaria del Parlamento que durante dos años elaboró, y proclamó en 1812, la primera Constitución Española, la venerable «Pepa».
El mensaje es claro y comprensible por cualquiera: en la entraña de toda democracia están la libertad y los derechos fundamentales de las personas, y la igualdad de todos ante la Ley. Pero los nacionalismos, también el actual desafío nacionalista catalán, hacen prevalecer el territorio sobre las personas y se fundan no en la igualdad, sino en los privilegios. El actual reto secesionista de los dirigentes de Cataluña es, por tanto, no sólo una amenaza contra los derechos del resto de españoles, o una ilegalidad flagrante incompatible con un Estado de Derecho, sino también una propuesta radicalmente reaccionaria.
Sin embargo, los redactores del manifiesto (www.libreseiguales.es) advierten una incomprensible pasividad en amplios sectores sociales que de ninguna manera comparten los dogmas separatistas. El manifiesto busca, pues, despertar conciencias y estimular a la sociedad española a cobrar conciencia de sí misma y de la amenaza contra las libertades que supone la presión soberanista del nacionalismo catalán. Por otra parte, el manifiesto ni es ni parece que vaya a ser el embrión de ningún partido político, porque entre quienes lo firman (y las decenas de miles que se han adherido) hay personas de todas las tendencias políticas, e incluso ilustres afiliados a partidos que compiten entre sí.
El acto de Cádiz reunió a lo que, en pleno agosto y al lado del mar, puede muy bien calificarse de una pequeña multitud, pues muy pocos -incluidos los organizadores- imaginaban que la sede de las Cortes de Cádiz se llenase hasta los topes para un acto de esta naturaleza. Pero esos cientos de personas son un buen augurio para las convocatorias que han de seguir a ésta en otros puntos de nuestra geografía.
Hay que desear el mejor éxito a esta iniciativa. En defensa de la Constitución, de la España común, de la legalidad vigente y los procedimientos civilizados para su modificación. Pero, sobre todo, en defensa propia.