«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.

Déjà Vu

24 de enero de 2021

20 de enero de 2021. Entro en un bar cualquiera a tomar café. Me llama la atención que los pocos clientes del lugar —aforo limitado, pandemia, ya saben— están mirando la televisión casi hipnotizados. Antes de buscar mesa, me vuelvo hacia la pantalla gigante: terrible explosión en la calle Toledo. Las imágenes son desoladoras, brutales, pero no son nuevas para la mayoría de los que estamos allí. “Parece que ha sido por el gas”, comenta un camarero. No se sabe si hay muertos. Angustia y silencio. Me acompaña un amigo venezolano y le cuento los recuerdos que me produce esa imagen. Recuerdos terribles.

6 de febrero de 1992. Nos dirigimos varios amigos al bar donde comemos todos los días. Ruido, cañas, conversaciones, humo y televisión de fondo que nadie mira. La mayoría sabe que ha habido un atentado esa mañana, pero en el Madrid del 92 estamos más que acostumbrados; eso no quiere decir que nos dé igual. Mientras nos dan mesa y tomamos algo en la barra, uno de ellos presta atención a la tele. Se le ha cambiado la cara. Se acerca para escuchar mejor la noticia. “Carmen, que ése es Paquito”. Me giro y veo varias fotos en pantalla, entra ellas reconozco una cara amiga. Paquito. Un muerto más para la gente, no para nosotros. Militares, guardias civiles y policía nacional caían como moscas todos los días. Eran atentados poco mediáticos. Pero Paquito y los que le acompañaban ese día en la furgoneta que conducía, tenían padres, hermanos, esposas, hijos, amigos… Tristeza inmensa, desolación, asco, náuseas. Vidas irrecuperables. Familias rotas para siempre.

Excarcelaciones, acercamientos, homenajes, ¿cómo es que no han pedido el Nobel de la Paz para sus queridos etarras?

22 de enero de 2021. Estoy hasta arriba de trabajo, paro y me doy una vuelta por internet para ver qué ha pasado en el mundo: pandemia, vacunas, los mundos de yupi de Biden, Illa, paro, desgobierno, más vacunas, incidencia de contagios, política basura, lo de todos los días. Entre el batiburrillo de despropósitos me llama la atención un link: “Rostros conocidos de todo el Estado exigen el traslado a Euskal Herria de los presos vascos”.

El título del bodrio lo dice todo. Según explica el redactor son “…rostros muy conocidos del ámbito académico, cultural y de las artes escénicas…”. Carlos Bardem, Clara Serra, La Fallarás, Willy Toledo, entre otros. Joder, qué tropa. Sí que ha decaído el ámbito cultural y académico. 

Pide esta patulea que «nadie quede excluido» del nuevo tiempo abierto en Euskal Herria. ¿Acaso piensa alguien que esta chusma va a quedar excluida? ¡Pero si son los protagonistas, los vencedores, los héroes del nuevo tiempo abierto en Euskal Herria! ¡Si el propio vicepresidente del Gobierno los invitó a ser parte de la dirección del Estado!

Excluidos sólo han quedado, de forma irremediable, los 850 asesinados por sus queridos presos

Que no se preocupen de nada estos rostros conocidos del Estado, que excluidos sólo han quedado, de forma irremediable, los 850 asesinados por sus queridos presos y los millares de familias que tuvieron que abandonar las Vascongadas en busca de paz y libertad. No se me angustien por nada, señores, que los asesinos son recibidos con honores en sus pueblos y reinsertados a cuerpo de rey

Solicitan estos personajes la «excarcelación humanitaria en caso de enfermedad grave». Otra vez, cálmense, que a Bolinaga —ya en tiempos de Rajoy— le dio tiempo a estar dos años de chiquitos por Mondragón antes de morir de cáncer. Por si no se acuerdan, fue uno de los secuestradores de Ortega Lara que, una vez detenido, se negó a revelar el lugar del agujero donde José Antonio estuvo 532 días bajo tierra, con la democrática y pacífica frase: «Que se muera de hambre ese carcelero». A la condena por secuestro, se añadía el asesinato de tres guardias civiles. 178 años de nada. Bolinaga es sólo un ejemplo. Con Marlasca esto ya es un no parar. Hemos perdido la cuenta. 

Excarcelaciones, acercamientos, homenajes, ¿cómo es que no han pedido el Nobel de la Paz para sus queridos etarras? Al tiempo. Otegui, un hombre de paz, según Zapatero. Zapatero, un hombre miserable seguido por muchos miserables.

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