«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu

Derecha ‘fake’, sumisa y cornuda

25 de julio de 2024

Ver para creer. Después de un mandato más que controvertido, recién condenada por el Tribunal de Justicia por falta de transparencia, a pesar de las manifestaciones multitudinarias de agricultores contra el Pacto Verde, de la pandemia, de los estragos de la inmigración ilegal, y con el voto conservador y soberanista más vivo que nunca en Europa, Ursula Von der Leyen acaba de ser reelegida por la misma coalición, con el mismo programa y con más apoyos que hace cinco años.

Reelegida sin despeinarse por obra y gracia de la «grosse Koalition», o (sin eufemismos cosmopolitas) coalición Frankenstein o del cien por cien entre socialistas, liberales, verdes, comunistas y, en el papel estelar de tonto útil que traiciona a su electorado, del Partido Popular Europeo. Una alianza a todas luces incongruente, pero que en Europa no es una anomalía, sino la norma que sustenta la deriva centralista de los últimos veinte años y que ha transformado la cámara europea en una camarilla sectaria de izquierdas.

Una apisonadora que, recién elegida, funciona ya a pleno régimen aislando a los partidos situados fuera de su autoproclamado consenso detrás de un repugnante «cordón sanitario» tan banal en Bruselas que hasta los burócratas lo utilizan en documentos oficiales elevándolo al rango de «principio«. En virtud de esta fatua del pensamiento único, la alianza Frankenstein se permite el lujo de excluir al tercer partido del hemiciclo de cualquier puesto que le corresponde legítimamente aliándose, una vez más, con el diablo. Y así, prefieren usurpar una vicepresidencia y comisiones parlamentarias a los Patriotas para dárselas a la extrema izquierda que cuenta en sus filas con una ristra de antisemitas proHamás, una criminal «antifascista» italiana condenada por atacar a voleo al primer «facha» que veía por las calles de Budapest, así como a los habituales de Podemos y Bildu.

¿El PP votando a favor de Irene Montero? Tal cual, porque en Europa, el gran urdidor de esta coalición no es el Partido Socialista como en España, es el Partido Popular Europeo, que en Bruselas y Estrasburgo ni siquiera es derechita cobarde, es derecha fake, sumisa y doblemente cornuda. Empieza engañando a sus votantes vendiéndose por un plato de lentejas para luego humillarse para garantizar las hegemonía política de partidos minoritarios y en declive mientras se ensañan contra la derecha patriota con la fe del converso globalista.

El problema, es que nada de ésto es nuevo. Von der Leyen II no es más que el enésimo episodio de esta alianza prostituida que rige Europa desde hace décadas y que oculta durante las campañas nacionales que los supuestos adversarios nacionales son compradres en Bruselas y Estrasburgo. ¿Al cien por cien? Para ser precisos, al 95%, según un reciente estudio en el que examinamos minuciosamente 86 votos del Parlamento sobre inmigración, Pacto Verde, Estado de derecho y acuerdos comerciales. Y, para más inri, y sin necesidad alguna, el PPE votó junto a verdes y comunistas en un 75% y 61 % de los casos respectivamente.

Una alegre sumisión que será aún mayor durante los próximos años ya que la ceguera y la cobardía del Partido Popular Europeo servirá para sostener la hegemonía de unos socialistas que apenas se mantienen, y de unos liberales y verdes en caída libre. Una coalición de perdedores al que el supuesto «centroderecha» da alas permitiendo a Von der Leyen construir una mayoría sólida escorándose aún más a la izquierda e ignorando por alto el sentir general de las urnas. Un reflejo de casta que en vez de escuchar el malestar prefiere atrincherarse cinco años más, pisar el acelerador y asumir con altivez un ramalazo autocrático contra los que ellos mismos sitúan del otro lado de un «cordón sanitario» que pronto será su propia soga democrática.

Pero mientras tanto, se avecinan tiempos difíciles de exclusión, de acoso y de estigmatización para patriotas, conservadores y soberanistas europeos. Bruselas y Estrasburgo serán los últimos bastiones de una hegemonía que tiene los días contados pero que aprovecharán con el máximo celo y arrogancia. Y durante cinco años lo conseguirán por obra y gracias de una derecha nominal, una derecha fake, tan ciega y sumisa que de tanto engañar a sus votantes se dejan engañar por toda la izquierda europea. Cornudos, apaleados, y orgullosos.

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