«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.

Descanso dominical

13 de diciembre de 2022

Desde que los nuevos cursis nos conminan a despreciar la nostalgia, no sea que nos abandonemos al vicio del decadentismo y quedemos ciegos, una ya no sabe a qué santo laico encomendarse. Pido disculpas si el párrafo que sigue ofende la delicada sensibilidad del biempensante medio. Como penitencia, prometo escribir cien veces: «vivimos en el mejor de los mundos posibles».

Los taxis habían mudado de piel hace no mucho, lucían color blanco, y el viejo comercio era rey

Me ha venido a la cabeza un sábado cualquiera en un Madrid que los menores de veinte años, y de treinta, no han podido conocer. Aquella era una ciudad más pueblerina que hoy, pero algo menos paleta. Los taxis habían mudado de piel hace no mucho, lucían color blanco, y el viejo comercio era rey. Zonas como la parte más noble del distrito de Salamanca no habían sido colonizadas todavía por cadenas de moda rápida y neotabernas. A partir de las dos de la tarde, hora en la que las tiendas echaban el cierre, se hacía una calma impensable parecida a la que sorprende, para mal, a José Luis Martínez-Almeida cuando va a Bilbao. El alcalde madrileño, en una entrevista concedida el pasado fin de semana a El Correo, se mostraba encantado con la Ley de liberalización de horarios comerciales, impulsada por Esperanza Aguirre en 2007, y desdeñaba el modelo de la capital vizcaína en el que un domingo –e incluso un sábado por la tarde- se encontraba «todo cerrao».

En el primer episodio de la quinta temporada de la serie The Crown tiene lugar una escena elocuente. A bordo de un espectacular yate, los Royals surcan aguas cristalinas y el príncipe Carlos comunica un itinerario de ensueño: «de Nápoles a Isquia, donde Garibaldi estuvo recuperándose de sus heridas en la Guerra de la Independencia. Después a Capri para ver las ruinas de la increíble Villa Jovis. Luego a la costa amalfitana, seguido de Sicilia con una parada final en Olbia, en Cerdeña, donde haremos una visita privada al Museo Arqueológico». Lady Di levanta la mano: ¿Y playas? ¿Y deportes acuáticos?

Todo concedido.

-¿Y shopping?

El Windsor se remueve. Hay miradas tensas y avergonzadas del resto de comensales.

-¿Shopping? Precisamente, la idea de estar en este magnífico yate es escapar de las hordas de gente cuyo ocio se basa en salir de compras.

Cerrar los domingos es signo de civilización, de una sociedad que se respeta

Conocemos la canción del crecimiento económico, del paro, de lo agradecidos que deben estar algunos por trabajar los domingos y cobrar más. O no, pero libran un miércoles «que está muy bien para hacer gestiones». Sabemos, también, de la importancia que tiene el modelo económico al que nos han condenado y, por supuesto, nos hemos dado cuenta de que no vivimos en 1945.

En Francia, la aprobación de la Ley Macron en 2014, concebida por Valls y Hollande, permitía abrir el comercio 12 domingos al año. Dicha ley fue controvertida en el seno del partido enfrentando al bando de la izquierda liberal y a aquel que consideraba que la modernidad no podía consistir en buscar sistemáticamente la regresión social.

Siendo el consumo necesario, su deificación es un mal síntoma. En la sociedad occidental el shopping y la comida ocupan un lugar prominente del tiempo de descanso cuando no son más que el kifi del gilipollas global. Cerrar los domingos es signo de civilización, de una sociedad que se respeta. Hay una superioridad moral en aquel que desprecia la posibilidad de obtener cualquier cosa aquí y ahora; en quien todavía entiende los conceptos de descanso y familia, y elige no ir a dar por saco un domingo al centro comercial. Hay un círculo en el infierno para los que no tienen desactivada la opción de que Amazon reparta en domingo a las tres de la tarde.

No lo llames día del Señor si te da urticaria. Llámalo dignidad.

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