«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.

Desde Davos con amor

31 de enero de 2023

SPECTRA, como llama un ingenioso tuitero a eso del Foro Económico Mundial, se reúne en una estación de esquí alpina. Podría ser en las entrañas de un volcán o en una isla del Caribe, pero lo de Davos tampoco desmerece como escenario de una novela de Ian Fleming.

Klaus Schwab, cabeza visible de la organización, sería el equivalente de Ernst Stavro Blofeld. Es fácil imaginarle acariciando un gato persa mientras habla, emocionado y en un inglés con marcado acento teutón, de semiconductores implantables en la mollera. Como enfatiza mucho la «r» y dobla estupendamente la «s» hubiera sido un gran malvado de celuloide. Tiene pinta de antiguo mando de la Reichssicherheitshauptamt. Le pones un abrigo largo de cuero negro y un sombrero y ya lo tienes listo para enfrentarse a Harrison Ford por el Arca de la Alianza.

Aparte de organizar el sarao económico montañoso, Schwab también se sacrifica seleccionando para nosotros los mejores líderes políticos del mañana. Gente sensible, que reconoce sus debilidades y de la que no somos dignos. De su escudería, sólo para nuestros ojos, han salido estadistas de la talla de Emmanuel Macron, Justin Trudeau y Jacinda Ardern. Una terna adicta, sobre todo, a la democracia liberal. 

En Davos la realidad iguala la ficción. Cinco mil hombres del ejército suizo –hoy conscripto pero históricamente mercenario–, casi una milicia privada, han protegido a los súper villanos durante su estancia en el encantador pueblo helvético. A ellos se han unido una cohorte de daifas de lujo porque no todo van a ser conferencias o reuniones «discretas». El diseño de nuestro mañana bien merece noches a 700€ el encame. Según la edición francesa del Daily Mail, «la demanda de servicios sexuales durante la cumbre económica sube exponencialmente». La noticia se completa con las declaraciones de Liana, escort de altos vuelos (nunca mejor dicho), que nos desvela sus tarifas y cuenta que para pasar desapercibida se disfraza de ejecutiva lo que dura el lío del WEF. 

¿La dignidad de la mujer? ¿El feminismo botinesco? Pues igual que la huella de carbono. Se les ha olvidado en el avión privado. El trajinar de los jets con destino al aquelarre alpino contamina lo mismo que miles de utilitarios, pero hay dos mundos: el contaminante y cavernícola, de Citroën Xsara y lumi del club Keops, y el no contaminante y feminista, de Gulfstream y escultural colipoterra caucásica que factura en francos suizos. 

Este año hemos visto pasar por Davos, entre otros, a Pedro Sánchez, Volodomir Zelenski, Tony Blair, John Kerry, J. Michael Evans, Greta Thunberg y Albert Bourla, el CEO de Pfizer que tan bien negoció con Úrsula von der Leyen lo de las vacunas contra el COVID. Memorable ha sido la intervención de éste último. Según nos cuenta, están detrás de crear un comprimido-chip con la tecnología necesaria para que envíe una señal a la autoridad competente una vez que es ingerido. Pero tranquilos, el día que esto se haga realidad será para resolver meros asuntos de compliance (término de business english, muy a la moda, que suena menos acongojante que la expresión «cumplimiento normativo»). 

En una línea parecida a la de Bourla ha participado Tony Blair. El antiguo primer ministro ha reclamado la necesidad de una «infraestructura digital eficaz» para controlar la aplicación de ciertos protocolos sanitarios durante las próximas pandemias. Son un amor. ¡Cuánto se preocupan por nosotros, en la salud y en la enfermedad!

Durante la cumbre, aparte de lo de los implantes cerebrales, la huella de carbono y políticas coercitivas en materia sanitaria, se han tratado otros asuntos como el de la necesaria influencia LGTBI en la cultura popular y el diseño de las urbes del futuro (una especie de Colditz rectangular del que escapar conduce al universo de Mad Max). Transhumanismo, control e histeria climática podría ser el resumen del encuentro que nuestras élites celebran anualmente en Davos. 

En ausencia de un James Bond que acabe con SPECTRA, sólo queda esperar que despertemos algún día como nación y recuperemos nuestra soberanía. Destino que exige representantes públicos cuyo entendimiento y hombría no hayan sido anulados por los efluvios del Vicks VapoRub en la bañera.

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