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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Socio-Director de Eurogroup Human Resources.Orgulloso de colaborar con Intereconomía desde abril de 2012."""
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Desmontemos el Estado del bienestar de los políticos

20 de marzo de 2015

El término “socialismo productivo” ha sido utilizado recientemente por Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, para definir al modelo económico-político y social instaurado en este país actualmente. Y que impulsó primeramente su antecesor en el cargo, Hugo Chávez.   

El citado concepto se encuentra perfectamente identificado en el plan estratégico-político ideado y diseñado por el propio Chávez (con la ayuda de sus “asesores” nacionales e internacionales) antes de fallecer y denominado Proyecto Nacional Simón Bolívar 2013-2019

Y las líneas ideológicas que han dado forma al referido proyecto están relacionadas con la nueva ética socialista. La suprema felicidad social. La protagónica y nueva democracia socialista. El modelo económico-productivo socialista. Y el liderazgo energético de Venezuela a nivel mundial. (No olvidemos al respecto que Venezuela es el país con mayores “reservas probadas” de petróleo del mundo). 

Igualmente, el Proyecto Nacional Simón Bolívar 2013-2019 también contempla implantar “nuevos conceptos de propiedad” en Venezuela. Todo ello, con el objetivo de conformar un “gobierno bolivariano posrentista” capaz de garantizar la paz, el bienestar social y el desarrollo económico.       

En función de lo anterior, es factible comprobar que el ideario del “nuevo socialismo del S XXI” venezolano se ha confeccionado ensalzando determinados y loables principios, envueltos en una atractiva terminología. 

No obstante, la ideología que se esconde detrás de este envoltorio terminológico e intencionadamente ambiguo está entroncada con el socialismo bananero, y fundamentada en la represión y el adoctrinamiento.  

Tanto es así, que Venezuela, el paraíso y, a la vez, la fuente de financiación de los dirigentes de Podemos, se encuentra en la actualidad al borde de un enfrentamiento civil debido a que la economía venezolana está hundida, puesto que la población civil no dispone ni de los alimentos más básicos. Y a nivel político, Maduro está encarcelando y asesinando a los opositores de su dictatorial y deshumanizado régimen. 

Consecuentemente, Venezuela no es la excepción a la regla general que afirma que el socialismo ha fracasado, permanentemente y a lo largo de la historia, en todos los países que han tenido la desgracia de sufrirlo. Porque los  teóricos y engatusadores ideales socialistas siempre se transforman en la práctica en miseria para la ciudadanía y opulencia para las oligarquías gobernantes. 

¿Por qué, contradictoriamente, muchos españoles están girando radicalmente hacia la izquierda? En España, no aprendemos.

En nuestro país, la prueba que evidencia el fracaso del socialismo la tenemos en la anti gestión del PSOE en Andalucía, que ha convertido a esta autonomía, desgobernada mediante un corrupto sistema basado en el clientelismo político-sindical y sostenido por las subvenciones, en la región líder en Europa en número de parados. 

A pesar de ello, muchos españoles están girando a la izquierda y reclaman un mayor intervencionismo estatal, así como un incremento del gasto público. Ignorando que tales demandas equivalen a un aumento del nivel de corrupción política, de malversación de caudales públicos, de despilfarro, de deuda, de déficit y de impuestos. Justamente, las principales causas que han provocado la crisis político-económica que ha dejado a España al borde de la quiebra. 

Porque como consecuencia de las mencionadas peticiones, que de forma contradictoria e incompresiblemente solicitan gran parte de los ciudadanos, y al objeto de conectar con sus potenciales votantes, la mayoría de los   partidos políticos españoles que se presentan a las próximas elecciones presentan un acentuado “perfil de izquierdas”.   

De hecho, exceptuando a VOX, partido de derechas y liberal, y al PP de Madrid, que intenta ser liberal aunque para ello tenga que enfrentarse a la dirección nacional. El resto de partidos se sitúan en una horquilla ideológica que comienza en el marxismo-leninismo de Podemos. Pasa por el desfasado socialismo del PSOE. Y por el nuevo socialismo del PP. Hasta llegar a la socialdemocracia tradicional de UPyD. Y a la confusa “socialdemocracia de libre mercado” de Ciudadanos, formación en la que los españoles están depositando muchas esperanzas pero que está cometiendo las primeras contradicciones, tales como anunciar que subirá el Impuesto de Sucesiones y Donaciones y el IBI en Madrid, tanto en cuanto, el programa económico de Garicano circula en dirección contraria.

Por consiguiente, la concurrencia a las elecciones del presente año de una amplísima mayoría de partidos de izquierdas muestra que España está más cerca de Venezuela que de las modernas democracias occidentales. Y, de la misma manera, pronostica que millones de españoles están dispuestos a votar a estas formaciones “izquierdistas”.

Sin embargo, el objetivo fundamental de los españoles debería ser el relativo a desmontar el  Estado del bienestar de la casta político-sindical y de sus socios, los lobbys financieros procedentes del Ibex-35 (el principal problema de nuestro país). Y, en consecuencia, reducir la deuda pública y el déficit. 

Pero en España, no aprendemos, puesto que votar a la izquierda significa mantener los privilegios de la casta y de sus clientes. Y continuar con el proceso de extinción de la clase media, vía subida de impuestos y recortes de los servicios públicos. 

La explicación a este despropósito socio-político y económico radica en que muchos españoles desean convertirse en parásitos sociales y, por tanto, en clientes de la casta, y de esta manera poder vivir de las subvenciones, contratos públicos a dedo, enchufes laborales…, es decir, a costa del Estado.  

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