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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Otro desplante de Mas

8 de agosto de 2013

Durante varios meses la Generalitat ha exigido a Rajoy la concesión de un déficit especial para Cataluña. Encontrar la fórmula para tratar a la Generalitat de forma diferente y premiarle, por no haber cumplido los objetivos de déficit establecidos, ha obligado a meter en cintura a los líderes autonómicos del PP. Todo un espectáculo en el que, para lograr “el acuerdo” de las comunicades autónomas el Gobierno ha tenido que recurrir a una regalía por aquí y una concesión por allá con el fin de conseguirle a la Generalitat un “déficit a la carta” que, aunque no era el que pedía, le otorgaba un trato especial. Una vergüenza a la que sólo se negó el presidente de la Comunidad de Madrid.

Todo este cambalache sucedía durante la campaña de la declaración de la renta. Momento en el que los ciudadanos sufríamos, además de los recortes, la subida de los impuestos normales y especiales junto al incremento y creación de nuevas tasas. Sangría con el fin de pagar la muy deficiente gestión y administración de algunos políticos y de forma muy especial de los gobiernos de Cataluña. El “déficit a la carta” ha supuesto un gran desgaste y una gran pérdida de credibilidad en la “firmeza” de los compromisos de Rajoy con el déficit. Y va Mas y después de tanto esfuerzo prorroga su presupuesto. Todo un desplante en la cara de Rajoy.

Mas ha decidido instalarse en la insumisión constitucional a la par que en la ilegalidad. Algo que ha aprendido a fuerza de echar pulsos al Gobierno de Rajoy comprobando que, una y otra vez, no ha tenido ninguna consecuencia para su persona. La responsabilidad de esta actitud ilegal la tiene, en primer lugar, Artur Mas por ser el autor material de las barbaridades y en segundo lugar el presidente Rajoy por bailarle el agua y consentirle todas sus bravuconadas.

Mas ha aprendido que para resolver los agujeros de su pésima gestión siempre tiene a Rajoy dispuesto a firmar el cheque con el que arreglarle sus necesidades de tesorería para pagar a funcionarios, embajadas, inmersión lingüística o canales de televisión.

Mas también sabe que Rajoy no tiene la fortaleza política suficiente para restaurar la tipificación como delito de la convocatoria de consultas ilegales que en su día instauró el presidente Aznar. Era otro PP. Aquel que Rajoy puso como señuelo para la campaña y al que dio la espalda en cuanto consiguió los votos. Mas sabe que siempre tiene a Rajoy.

¿Estará aprendiendo Rajoy que la política de “hacer amigos”, unida a la cómoda y cobarde actitud de esperar a que el tiempo le resuelva los problemas, es una catástrofe? No sé si a su edad lo aprenderá. Lo que si sé es que todos los españoles pagamos cara tanta negligencia. La herencia de Zapatero y su complacencia. 

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