He tenido días mejores,
a pequeños intervalos,
pero mejores.
El miedo,
la trampa, la ansiedad,
la propia existencia me dobla,
al pensarte hoy
he caído rodando
hacia abajo entero,
a contramuerte.
Esa agonía,
ese débil hallarte apenas ya,
ese ámbito incierto
donde extendido
me pedías cansancio,
es tan mínimo ahora,
tan leve,
que no me quedan
ni los bordes de ti.
La mirada al fondo
no quiere volverme a los ojos,
queda única,
vagando por las playas infinitas
en las tardes amarillas de verano.