AMLO no es una marca chocolatera como Nestlé, Suchard, Lindt o Chocolates Valor. AMLO es Andrés Manuel López Obrador, descendiente de españoles y actual presidente populista de México. Tiene mucho trabajo y no ha reparado en el Plan de Reforestación aprobado por su Gobierno, centrado en las plantaciones de cacao, que casualmente ha hecho aún más millonaria a su familia. Tres de sus hijos se han visto inesperadamente favorecidos por el Plan de Reforestación «Sembrando Vida«. Más que «Sembrando Vida» podría haberse denominado «Cosechando Vida» en la finca «El Rocío» de Tabasco, de la que son propietarios José Ramón, Andrés Manuel y Gonzalo Alfonso López Beltrán, hijos de Andrés Manuel López Obrador y Rocío Beltrán Medina, la primera esposa del chocolatero. Según parece, con mucho esfuerzo, los hijos de AMLO han llegado a poseer 13.000 hectáreas de cacaotales en Tabasco, y «Sembrando Vida» les ha venido como anillo al dedo. Esta familia tan española, López, Beltrán, Obrador, Medina –no son apellidos aztecas-, produce un excelente chocolate criollo, y con el plan de AMLO, las subvenciones y las ayudas se han multiplicado. No obstante, AMLO no tiene nada que ver, porque su mente y su corazón nativos están exclusivamente entregados a exigir que España pida perdón a México por haberlo liberado de la tiranía sangrienta de los aztecas. López Obrador y Hernán Cortés están enfadados. Bueno, lo correcto sería escribir que López Obrador está enfadado con el gran general español que liberó México de los aztecas. No le dio tiempo para liberarlo también de los descendientes sinvergüenzas de algunos españoles, pero no se trata de eso. López Obrador, como la mayoría de los dirigentes populistas y de la extrema izquierda, no tendrá dificultades para llegar a fin de mes con la cesta de la compra cubierta. Es multimillonario.
En México, se mira mucho la «lana» y los «papeles». La lana es el dinero y los papeles la genealogía. Los López Obrador la mantienen libre de toda mezcla. Son descendientes puros de españoles
Hace pocos días, el 2 de diciembre, se cumplía el aniversario del fallecimiento de Hernán Cortes en 1547, la obsesión del pintoresco e inculto personajillo. Quien se atreva a mantener la mentira de que un Hernán Cortés, que contaba con unas fuerzas limitadísimas, «conquistó» México, no hace otra cosa que insultar a los mexicanos. La presencia española se mantuvo en América gracias al mestizaje, no al genocidio, que llevaron a cabo con excelentes resultados los colonizadores ingleses en lo que hoy se conoce como los Estados Unidos de América. Los españoles se mezclaron con los nativos, si bien las clases altas procuraron mantener sus privilegios clasistas. En México, se mira mucho la «lana» y los «papeles». La lana es el dinero y los papeles la genealogía. Los López Obrador la mantienen libre de toda mezcla. Son descendientes puros de españoles.
Hernán Cortes, al mando de novecientos soldados españoles, muchos menos de los que componen hoy en día una Brigada, acabó con la brutal y sangrienta tiranía azteca gracias al apoyo de miles de combatientes tlaxcaltecas, totonacas, otomíes, huejotzingos, cholusenses, y demás etnias mexicanas salvajemente sometidas a los aztecas. Si Moctezuma se hubiera dejado vencer por novecientos españoles, Moctezuma, además de sanguinario, sería una gallina. Pero no se puede aplicar la moral de hoy a los métodos y costumbres, por brutales que fueran, del lejano ayer. Hernán Cortés liberó México. Y gracias a esa liberación, los López Obrador y los Beltrán Medina son hoy millonarios.
El chocolatero AMLO, en lugar de exigir majaderías, haría bien en visitar Castilleja de la Cuesta, un bello pueblo de la provincia de Sevilla, donde descansa Hernán Cortes, aquel que hiciera por México mucho más que los malos mexicanos