Casado se ha escondido. Teodoro ha intentado destrozar sin prueba alguna a Isabel Díaz Ayuso. Su comparecencia ante la prensa ha resultado caótica. El despacho de detectives privados “Mira” manifiesta que dos personas vinculadas al PP intentaron contratar sus servicios, que fueron rechazados por considerar ilegales las causas de la investigación. Feijóo se sitúa del lado de Isabel. Juanma Moreno se camufla en Andalucía. Teo no dice que el «dossier» se redactó y elaboró en el Gabinete de Sánchez en La Moncloa. A la vista queda el acuerdo de Sánchez con Casado. A la vista queda que el error de Casero en la votación de la Reforma Laboral no fue una equivocación, sino una traición a los votantes del PP. Carromero dimite de su cargo en el Ayuntamiento de Madrid. Casado sigue escondido. Bea Fanjul cuelga un tuit demoledor contra ella misma, que a muchos —incluido el que escribe— nos entristece. Cuca Gamarra manifiesta vaciedades. La sociedad Sánchez-Casado, a espaldas de millones de votantes del PP, queda al descubierto. Se veía venir, pero no tanto. Vox e Isabel Ayuso, los demonios de Sánchez, atacados por el Partido Popular. Son las 18.45 horas del jueves 17 de febrero, y Casado no se ha atrevido a dar la cara. Lo ha hecho, y muy mal, su sicario, el de los huesos de aceituna.
La gravedad es acuciante y bochornosa. Un partido con millones de votos detrás dilapidado por un zaguanete de ineptos, cobardes y arribistas
Hoy termina para el PP la senda de la deslealtad y el desconcierto. Lógicamente, cuando un partido político acusa de corrupción sin poder probarlo a su mejor activo, sus máximos responsables tienen que dimitir. Isabel Ayuso resistirá y ganará. El PP anuncia que le abre un expediente con el objeto de expulsarla del partido. Seguirá siendo la presidente de la Comunidad de Madrid sin partido. No hay vuelta atrás. Ayer, Carromero, el nublado, le negó al alcalde de Madrid su participación en el espionaje de Isabel Ayuso. Hoy ha dimitido. No hay quien detenga los jardazos que se están dando las fichas del dominó. No merece la pena acudir a los comentarios de los partidos afines al PSOE, separatistas, terroristas y podemitas. Tampoco a sus medios comprados. Excepto el fontanero Carromero nadie dimite. Lo harán a partir de esta noche, amparados en las sombras. Queda por ver el bando que eligen los más de sesenta diputados del PP en la Asamblea de Madrid. Los más valiosos ya se han pronunciado. Con Isabel.
Mañueco, desde Valladolid, ha declarado que esta no es su guerra. Y lo es, porque su obediencia sumisa en despreciar a Vox ha adelantado el conflicto bélico. Vuelvo a Casero, el farsante de la gastroenteritis. Casado y Teo han demostrado su mediocridad. Y Cayetana Álvarez de Toledo sonríe cada vez que mencionan a Cuca Gamarra. La gravedad es acuciante y bochornosa. Un partido con millones de votos detrás dilapidado por un zaguanete de ineptos, cobardes y arribistas. Casado sigue escondido. Tendrá que salir. Quizá una temporada, de España, porque no creo que encuentre demasiados partidarios. Y Teo. Y Casero, y Carromero… ¡qué gente! Pero superada la convulsión y alejado el barullo, el centro y la derecha se unirán.
El acuerdo de Sánchez y Casado puede costar muy caro a los traidores.
Ha lucido el sol. Buena temperatura para febrero. La noche se presenta interesante. Isabel ganará.
