«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
María Zaldívar es periodista y licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Católica de Argentina. Autora del libro 'Peronismo demoliciones: sociedad de responsabilidad ilimitada' (Edivern, 2014)
María Zaldívar es periodista y licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Católica de Argentina. Autora del libro 'Peronismo demoliciones: sociedad de responsabilidad ilimitada' (Edivern, 2014)

El domingo se elige un proyecto de vida

22 de julio de 2023

Las elecciones a celebrarse en España no son un simple cambio de autoridades sino la definición de un proyecto de vida. El domingo se debaten dos modelos de sociedad que implican continuar en la senda del populismo socialista o elegir la libertad responsable y el compromiso de una España unida e integrada al mundo.

Los peores procesos empobrecedores son aquellos que se inician de la mano de una elección democrática y que van mutando muy de a poco las formas de interrelación social mientras carcomen las raíces, que es adonde realmente apuntan los autócratas. El Socialismo del Siglo XXI experimentó en carne propia que las sociedades rechazan el cambio «a las malas», con violencia y sangre. Entonces ha adoptado un mecanismo aparentemente amigable, altamente gramsciano, que consiste en utilizar las formas democráticas para dinamitarlas desde adentro.

Eso ha pasado en España durante las últimas décadas, sea con acciones directas como las que el sanchismo ha tomado en materia educativa, energética o de política exterior o con la complicidad de aliados tácticos que despliegan las banderas del «buenismo» internacional. El ecologismo es un buen ejemplo.

Vox viene denunciando estos manejos hace tiempo; por ejemplo, que España desmonta centrales térmicas mientras contempla la mudanza de la maquinaria a Marruecos. Se derriba una central térmica en España pero se construye en otro sitio. Son movimientos financiados por la Unión Europea en lugar de fomentar y fortalecer la infraestructura del país. La ley de la restauración de la naturaleza, votada recientemente en el Parlamento Europeo, significa el fin para el 50% de las tierras cultivables de España porque establece la imposibilidad de intervenir en el curso de los ríos. Se está terminando con la infraestructura hidráulica cuando lo que se necesita es un plan hidrológico nacional que interconecte todas las cuencas en lugar de desperdiciar el agua en el mar.

Lo mismo ocurre en materia educativa. El avance del Estado sobre el derecho de los padres a elegir la formación de sus hijos está en riesgo desde que, en aras de ciertas minorías, se pretende imponer una normalidad ficticia. La amenaza de la cancelación a quienes no adhieren mansa y religiosamente a los postulados del colectivo LGTBQ+ son una realidad con la que la sociedad debe convivir. En España no se escuchan todas las voces en los medios de comunicación sino sólo aquellas que recitan el catecismo woke.

Esa receta progre que ha prendido en España al calor del socialismo sanchista pero también con la complicidad, a veces por acción y a veces por omisión, de los populares se expande desde la Unión Europea hacia la Iberosfera. No por nada el dictador Nicolás Maduro fue recibido cálidamente por el presidente Emmanuel Macron y también el presidente argentino, un lacayo político de Cristina Fernández de Kirchner, emblema de la corrupción y condenada por la Justicia por administración fraudulenta. Movimientos lentos con objetivos claros van «blanqueando» personas y regímenes oscuros de uno y otro lado del Atlántico.

Recientemente, los miembros de la Unión Europea han dado un paso más en esa dirección: si bien han tenido que desmentir a la Cancillería argentina y aclarar que «no cambiaron su posición respecto de las Islas Falklands/Malvinas» aceptaron incluir en el documento final un párrafo que menciona la disputa de soberanía que mantiene la Argentina con Gran Bretaña sobre las Islas Malvinas/Falklands. «La UE siempre está dispuesta a escuchar la posición de nuestros socios y tomar nota de ello. En ese espíritu, la UE ha tomado nota del interés mostrado por Argentina y los Estados de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) reunidos en Bruselas en abordar la cuestión de las Malvinas/Falklands».

Sin embargo, la Unión Europea sigue en silencio frente a los repetidísimos reclamos de libertad que, durante años, vienen haciendo los venezolanos. En ese sentido y en la misma reunión, tampoco hizo referencia a las dictaduras al hablar de la «crisis institucional global» ya que son temas en los que los estados miembros de CELAC no tienen una mirada unificada. De este episodio se desprende que la prioridad estratégica de la Unión Europea no es asociarse a la defensa de legítimos intereses latinoamericanos sino castigar, en este caso, al país que se tomó la libertad de cuestionar su autoridad. El Brexit sigue sin perdonársele a Gran Bretaña. La independencia de las naciones es considerada una afrenta para la burocracia de Bruselas y esta vez encontró, en lo peores exponentes de la Iberosfera, un aliado circunstancial para exponerla.

Pero más allá de los detalles de ese encuentro que no son atinentes al tema de la presente nota, estos son gestos concretos de un plan global donde el debilitamiento de las nacionalidades es un eje central. La política activa de los supra-organismos que fuerza las soberanías es uno de los grandes temas que VOX ha visibilizado y sobre el que el Psoe y el PP tienen más coincidencias que disidencias. La Agenda 2030 los encuentra en el mismo camino y ambos están decididos a cambiar la fisonomía de España para contentar a la burocracia de Bruselas.

Eso se juega en estas elecciones y por eso es tan gravitante denunciar los parecidos profundos que tienen El Psoe de Sánchez y el PP de Feijoo por sobre las diferencias superficiales que los hacen acordar, de antemano, futuros proyectos de co-gobierno. 

La Argentina puede explicar muy bien el daño que hace al sistema político la existencia de un partido de oposición tibio a la hora de enfrentar al populismo de izquierdas que representa el socialismo. La debilidad y la falta de convicción para ponerle freno a esa ideología perversa le permite arrasar con las tradiciones caras a la ciudadanía. Luego, una población sin valores y sin pasado, una población sin principios y sin fines es fácil de manipular. Esto que ha pasado en la Argentina, España está a tiempo de evitarlo fortaleciendo el voto serio, el voto a conciencia por una fuerza genuina que ha tomado el compromiso de defender la Hispanidad, la unidad de España y el orgullo de ser europeos.

Eso es VOX, ese espacio que frente a los ataques de los dos partidos tradicionales, emerge con la fuerza de sus convicciones para representar cada día a más españoles que han encontrado en sus propuestas y en sus hechos, el espejo en el que quieren mirarse porque allí ven reflejados sus propios valores y los de sus ancestros.

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