«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.

El mantra histérico

22 de enero de 2023

Pablo Casado quizás lo inauguró cuando le dijo a Abascal, con ocasión de la moción de censura, que VOX «ofrecía a la izquierda una garantía de victoria perpetua». Luego siguieron todos: Ayuso, Almeida, Moreno, Mañueco, Gamarra, Pons, Maroto y todos los etcéteras hoy de Feijoo, quien no tardará en “mojarse” con la misma cantinela: VOX es un chollo para el gobierno, VOX ayuda a Sánchez, VOX da un cheque en blanco al gobierno, VOX está al servicio de Pedro Sánchez… Génova, a piñón fijo.  

Un piñón fijo que trae causa, que diría un castizo, en algunas premisas -psicológicas- que gobiernan el PP. No me gusta la palabra premisa pero me entenderán.  

La primera premisa y la más importante es el arriolismo. Para los más jóvenes, esta es una doctrina que vendía -los más viejos me entenderán- don Pedro Arriola. Este señor, sociólogo de verbo fácil y omnipresente para el liderazgo del PP, sostenía con inusual vehemencia y persistencia que España es fundamentalmente de izquierdas. Toda España es de izquierdas, sostenía, y lo que no hay que hacer es movilizar el voto; y, por tanto, para ganar el poder, la derecha, el PP, deberá hacer una campaña de tono bajo, muy bajo, para que el monstruo no se despierte.  

No sé si Arriola le tenía miedo a los perros, pero nada hay más recordado en la política española que aquella campaña del dóberman del PSOE de ¡1996! O a lo mejor todo viene de unos tics del Terror Rojo del 36, o incluso de un cierto complejo de culpa por los cuarenta años de Franquismo. Indagar en las causas de estas presunciones psicológicas no llevan a ninguna parte, lo importante es conocer su existencia. Su cansina existencia.

Otra presunción psicológica que hay que añadir a la anterior es que esta doctrina del arriolismo se dirigía fundamentalmente a los máximos dirigentes del PP que, y este es el punto que me gustaría destacar, han sido altos funcionarios.  Todos los presidentes del PP salvo Casado (probablemente así le fue…) han sido todos altos funcionarios del Estado. Ello nos lleva a conjuntar (sic) dos ideas básicas que se conjuntan (sic) hasta la conmoción para convertirse en un mandamiento: “Funcionario de derechas en España, no se pueden ganar unas elecciones desde la ideología o las convicciones«.

El corolario de todo lo anterior es que el Partido Popular tiene un récord en Europa: es el partido de derechas que menos tiempo ha estado en el poder. Francia, Italia, Reino Unido, Alemania, Portugal han tenido más gobiernos de derechas que de izquierdas en los últimos cuarenta años.

Lo extraño es que estas presunciones del PP no se han roto ni siquiera tras algunos resultados electorales que contradicen esencialmente la doctrina: las mayorías absolutas de Aznar y Rajoy, las victorias de Aguirre en el “cinturón rojo de Madrid” (¡un alcalde del PP en Parla!), o los gobiernos populares en Extremadura u hoy en Andalucía (con mayoría absoluta, en la tierra de don Pedro). Pero da igual, es mucho más cómodo sentarse en la poltrona de Génova, fumarse un puro o lo que no fume Feijoo, y esperar y esperar a que llegue el poder para gobernar sin esforzarse, ni grandes polémicas. Y mientras tanto el país se deshace en una comunidad inexistente, dividida y envilecida por el “consenso progre”; sin ningún futuro para nuestros jóvenes -la renta y la productividad en España no han crecido desde que se fue Aznar hace casi veinte años-; una deuda apabullante, un sadismo fiscal insólito en la OCDE; todo ello en un país con unas gentes con un talento descomunal asfixiados por una ideología absurda, una legislación elefantiásica y un Estado omnipresente. No en balde todas las encuestas señalan que el primer y principal problema de España son los políticos.  

Pero eso sí, para el PP, España sigue siendo de izquierdas. Y de repente aparece VOX. El lobo feroz de la derecha española que pone en cuestión gran parte de lo que impone la izquierda (y gestiona el PP). Y arrasa entre los jóvenes, hartos del paro estructural, del mileurismo y de tener que pedir perdón a todas horas.   

A ver si se enteran de una vez de que VOX no es una filial del PP. En términos futbolísticos, no es el Castilla, que se tiene que apartar de la competición cuando juega el Real Madrid. 

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