El dicho popular es un enunciado paradójico, y no solo porque los paƱuelos (moqueros) son de papel, de usar y tirar. El mundo comprende todos los territorios y sus habitantes. Sin embargo, nos parece reducido por la equivalencia de los sentimientos bĆ”sicos de los seres humanos, la pequeƱez de sus respectivas sociedades. Claro que tampoco resulta hacedero un Gobierno mundial, lo que supondrĆa una igualdad artificiosa entre todos los grupos, etnias y culturas. Nadie puede asegurar que esa figura (propuesta, entre nosotros, por Emilio AlcalĆ”) no signifique la Ćŗltima forma de despotismo a escala planetaria y, por tanto, sin posible remisión. Es decir, no habrĆa alternativa, posibilidad de ensayar otra salida.
No es hacedero el cosmopolitismo radical, pero, su opuesto resulta empobrecedor: el localismo. MÔs bien, es esto lo que priva, ahora. Basta con centrarnos en lo nuestro. Históricamente, España pudo ser uno de los primeros Estados modernos. Sin embargo, hoy, camina hacia su autodestrucción, si Dios no lo remedia.
El suceso de mayor trascendencia es el actual imperio estadounidense (al que pertenecemos) y su eventual sustitución por el chino
Puede que sea un buen consejo la virtud del justo medio. En el caso espaƱol, bastante tenemos con ocuparnos de nuestros vecinos europeos, los paĆses islĆ”micos y, sobre todo, los que, tambiĆ©n, tienen el castellano como idioma comĆŗn. Por cierto, no estarĆa mal que, en las universidades espaƱoles, hubiera una cantidad suficiente de egresados que fueran expertos en esas tres zonas geogrĆ”ficas de interĆ©s para nosotros. Me temo que, sobre el particular, caminamos con algĆŗn retraso.
Tampoco, es cuestión de centrarnos en la vecindad internacional para olvidarnos de lo que ocurre en la escala planetaria, y que, por tanto, condiciona todo lo demÔs. El suceso de mayor trascendencia es el actual imperio estadounidense (al que pertenecemos) y su eventual sustitución por el chino. Es evidente que los puertos mÔs activos del mundo (incluidos los astilleros) no se encuentran, ya, en el AtlÔntico Norte, sino en el Mar de la China.
Es triste una observación como esa en un paĆs, como EspaƱa, en el que tanto nos ha costado llegar a una democracia, mĆnimamente, estable
Volviendo a nuestros āvecinosā, se impone el realismo. Europa ha entrado en una fase de irresistible declive en casi todos los órdenes. La tendencia es que los paĆses europeos se queden, para el mundo restante, como una suerte de parque temĆ”tico de museos y monumentos para los turistas internacionales. El bloque islĆ”mico asiste a un notable desarrollo gracias a la exportación de petróleo y gas de algunos de esos paĆses. Sin embargo, su expansión polĆtica se ha detenido en una especie de satrapĆas medievales de dudoso atractivo. Por otra parte, algunos paĆses islĆ”micos emiten un fuerte contingente de emigración hacia Europa. La eventual āislamizaciónā de los paĆses europeos plantea muchas acciones de integración cultural; y eso, dejando aparte la amenaza del terrorismo.
Por lo que respecta a la Iberosfera (los paĆses que hablan castellano o portuguĆ©s) resulta preocupante la deriva autoritaria de muchas de esas sociedades. Se trata, por lo general, de un āautoritarismo progresistaā, valga la contradicción. Es clara la superioridad moral de la democracia sobre las otras formas de Gobierno. Empero, los hechos son que las distintas formas de autoritarismo, populismo o autocracia son las que medran en el mundo. Ya, es triste una observación como esa en un paĆs, como EspaƱa, en el que tanto nos ha costado llegar a una democracia, mĆnimamente, estable.
En todo el mundo, impera una noción deportiva o belicista del avance en los diferentes órdenes. SegĆŗn la cual, los obstĆ”culos que se alzan frente al desarrollo económico o el cambio cultural o polĆtico son considerados como ādesafĆosā o āretosā. Esa suposición se sitĆŗa en la base de las ideologĆas vigentes, que suelen ser de carĆ”cter progresista. Lo malo es que, como reacción a tal ādesafĆoā, el contendiente puede salir perdiendo. Es decir, el progreso no resulta tan seguro o automĆ”tico como se pretende. Es mĆ”s, cada uno lo entiende a su modo.