«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.

Biografía

Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.

El poni de Úrsula

12 de septiembre de 2023

Algo huele a podrido en la Baja Sajonia. Dolly, el viejo poni que Úrsula von der Leyen tenía en su finca cercana a Hannover, ha sido devorado por el lobo GW950m. Debe reconocerse a los teutones el arte que tienen para referenciar. Una oye SL350 o MG34 e instantáneamente sabe si van a Palma playa o a anexionarse los Sudetes. GW950m suena a aceite sintético o a terminator de última generación. No está mal como identificativo para uno de los protagonistas de un suceso que implicará, previsiblemente, el fin de la tranquilidad lobuna en Europa.

Contrariamente al caballo prieto azabache de la ranchera, que salvó a su dueño de ser fusilado por el Ejército de Pancho Villa, el pobre Dolly poco podía hacer contra GW950m. De sangre templada y algo tozudo, aunque dócil, sucumbió ante un lobo que no estaba para negociar —siquiera por SMS—, ni para consentir diversidades o construcciones europeas conjuntas.

El pequeño equino era la alegría del Landgut Leyen y, como es natural, Úrsula y su familia han pasado un mal rato a cuenta de este asunto. Tanto es así que ahora los mandarines de la UE han decidido empezar a estudiar los daños que el lobo está causando en el campo europeo. Los ganaderos llevaban años quejándose de la especial protección que disfrutaba el cánido salvaje, pero nunca se les hizo caso. Atacaba a sus rebaños y todo el mundo se llamaba andana. Sin embargo, ha sido transformarse Dolly en proteína y ponerse sobre la mesa el control de la población lupina europea. ¿No es formidable? 

Una, a pesar de todo, no pierde su fe en nuestros señoritos. Tengo el convencimiento de que el Landgut de Úrsula no es el Hameau de la Reine y que ella misma no tiene nada que ver con la María Antonieta inventada por Sofia Coppola. Es cierto que ha hecho del presidente de Pfizer su Madame de Polignac y que, tras la muerte de Dolly, ha influido en las instituciones europeas para que el lobo deje de ser una especie mimada. Tiene que haber algo profundamente democrático en todo ello. Algo que se nos escapa y que, quizá, sólo puedan interpretar nuestros exégetas de la Europa civilizada que no cocina con aceite de oliva.

Es poco tranquilizador pensar que von der Leyen, presidenta de una institución —algo opaca— donde se toman decisiones que afectan a muchos millones de europeos, pueda impulsar caprichosamente ciertos expedientes en función de sus vivencias personales, sus filias o sus fobias. Florian Philippot lo resumió el pasado 5 de septiembre: este asunto «revela la total confusión de esa gente, que no sabe distinguir entre intereses privados y políticas públicas».

Se suponía que nosotros éramos el problema, desde Indíbil y Mandonio (don Arturo dixit), y ellos la solución. Se suponía que los estándares morales del mandarinato europeo en el ejercicio del poder eran superiores a los ibéricos y que, en las democracias avanzadas de nuestro entorno, se dimitía por estas cosas. Parece ser que no. Les hemos firmado un cheque en blanco por complejos idiotas y nos tratan como tales cuando se les pregunta si existe relación entre la muerte de Dolly y la repentina decisión de examinar el nivel de protección que afecta al lobo.

Estas son las élites y la Europa que admira nuestro centrismo mediático. El mismo que este verano nos contaba, confundiendo el tocino con la velocidad, que era impensable la existencia de una derecha antielitista. Poco les queda para aparecer en ca’ Leyen, ahí en la Baja Sajonia, y dejarse ensillar en memoria de Dolly para solaz de los nietos de Úrsula. Schnell! Schnell! 

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