El pasado 21 de abril se celebró en las Vascongadas la fiesta del odio. Los de las bombas ahora votan, han cambiado pólvora por papeletas. Ya no les da rédito matar, eso tuvo su momento y, entre asesinados y exiliados, consiguieron su objetivo: convertirse en reyes y señores del lugar.
Algunos de los que aguantaron la presión y la persecución acabaron cediendo, otros se convirtieron en apestados, como si fueran el cáncer que impide progresar a la sociedad. Aunque en realidad han sido el único freno que ha tenido esa tierra para no convertirse en un lugar fallido por completo.
Hará también cosa de una semana salió en los medios que cada vez más dueños de mascotas piden permisos retribuidos para poder atender debidamente cualquier problema de salud de las mismas.
Aunque parezca algo grotesco, se entiende mejor cuando lo acompañamos de otra noticia que nos confirma lo que ya sospechábamos: que en los hogares españoles hay más perros que niños. Y se entiende todavía mejor cuando vemos el trato que algunos dispensan a sus mascotas. Por alguna razón oscura las tratan como si fueran los hijos que nunca quisieron tener. Como si lo reconfortante y liberador fuera madrugar para llevar al perro al pipican o ir recogiendo boñigas del suelo.
Un tercer asunto que nos permite ilustrar el tema de hoy tiene que ver con un pódcast chupiprogre reciente en el que pusieron a la religión católica a caer de un burro. Dando por sentado que se trata de un asunto del pasado, ya superado. Propio de una época en que la gente no pensaba y cuando lo hacía era equivocadamente.
En el mismo pódcast poco tiempo después se hablaba de espiritualidad y misticismo. Y resulta que, el que no era maestro de reiki, iba a que le echaran las cartas, hacía constelaciones familiares o practicaba feng shui.
En cualquier época anterior a la nuestra, incluso en el siglo IV antes de Cristo, esta gente, que se cree tan ilustrada, sofisticada, evolucionada y apegada a la razón, habría sido el hazmerreír de todos.
Seguramente a estas alturas el lector se pregunte qué relación existe entre las elecciones vascas, los perrhijos y los horóscopos. Pues mucha más de lo que a simple vista pueda parecer ya que la ausencia de Dios tiene como consecuencia directa la pérdida de la razón.
