«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.

El entierro de España

4 de noviembre de 2014

El Tribunal Constitucional ha cumplido. Lo ha hecho de forma unánime, incluyendo a la magistrada Encarna Roca, que llegó allí de la mano de CiU y que ha sufrido una tremenda campaña en Cataluña por mantener su criterio respecto a la dejar en suspenso, primero el referéndum, y luego el “referendillo”. Pero es igual, Mas y los suyos mantienen la consulta popular, desoyen, desobedecen la decisión del Alto Tribunal. Sorprende más que alguien hubiera sobrevalorado a los representantes del Estado en Cataluña y pensara que desconvocarían la consulta en coherencia con el fallo del Constitucional.

Es verdad que las “astucias” de Mas dejaban entrever que ignorarían la decisión del Tribunal, como ignoraron una docena de sentencias en materia de enseñanza porque condenaban su modelo educativo excluyente con la lengua española. Entre ellas la del Tribunal Constitucional, que consideraba al castellano como lengua vehicular de la enseñanza en Cataluña, junto con el catalán». Cómo sería distinto todo, si el Gobierno de Madrid hubiera seguido aquél magnífico consejo de doña Elena Francis: “Vale más ponerse una vez “colorao”, que cien veces amarillo”

Muchos estábamos convencidos de que el “Mesías Artur” no daría su brazo a torcer, total por media docena de artículos de la ley de leyes española. Está claro, que los que gobiernan la Generalitat se burlan con escarnio de España, de sus Instituciones y de su Constitución. También está claro que los instrumentos del Estado no han tratado este asunto con el rigor necesario. Quiero decir que han hecho la vista gorda en una relación condicionada por la política y las futuras necesidades que tenga el PP de Convergència i Unió.

Otro gallo cantaría si el Fiscal General del Estado hubiera percutido a Artur Mas por malversar fondos públicos, con los gastos del referéndum después de haber sido suspendido. O contra el consejero de Enseñanza que ha movilizado “voluntarios” que son funcionarios públicos que pagamos todos; o escuelas que también son de todos. Sería distinto, si hubieran actuado contra la Generalitat cuando su CAC amenazaba a las voces discordantes, o cuando la Generalitat obligaba a medios privados a emitir anuncios pro-consulta. Todo sería diferente si alguien le hubiera dicho a Mas que si considera “adversario” al Estado español, no puede representarlo, ni siquiera formar parte de él.

 

Pero no fue, y no va a ser así. En el Gobierno de Mariano Rajoy prevalece la convicción de que enfrentarse y prohibir el “referendillo”, es peor que tolerarlo, como si fueran hemorroides. No se puede negar que, en términos de corto plazo político, es así. Pero, siquiera por cómo dejará las cosas a futuro. Siquiera por los próximos desafíos y escarnios que amenacen a la Nación española, por sus leyes y sus Gobiernos; el cortoplacismo, la pereza, la falta de fuste moral, deberían orillarse en aras de algo de más valor: el respeto a nosotros mismos. Hablamos de la superioridad moral del que aplica las leyes. Gobernar es eso, no es atender cálculos de oportunismo. Agachar la cabeza y tragarse esto, es la peor de las decisiones, porque entierra a España. 

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