«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Erasmo de Montserrat

23 de abril de 2014

A Cervantes ya le colocaron hace tiempo la estelada en la frente, y por cierto que Anasagati debiera tomar nota de ello y exigir una reparación a su colegas separatistas, porque el vasco ya ha mostrado varias veces su descontento por el capítulo en el que nuestro señor don Quijote sacude con denuedo al vizcaíno fanfarrón. Probablemente es una lástima que García Márquez se empeñara en imaginarse Macondo en vez de Catalonia, porque nos habríamos ahorrado un dineral público en fabricar leyendas para la independencia, y además la nueva nación tendría un relato más creíble que el cómic pretencioso con el que se adoctrina a los chavales del noreste.

Sucede, en contra de lo que piensa mucho político tecnócrata, que no es nada complicado inventarse un país. Tomás Moro creó Utopía -y le escribían cartas para preguntarle como se podía llegar a aquella isla tan curiosa-, y los franceses se pasaron el siglo XIX haciendo nacioncitas por hispanoamérica, como si fueran directores de un juego de rol. En esencia basta con una bandera, un himno para que canten sus colegiales, y subvenciones abundantes para que se escriban historietas, editándolas luego como historia muy documentada, muy sesuda, y tan heroica como Los Vengadores contra el hermanastro de Thor. Si además se cuenta con un equipo de fútbol, se puede incluso aspirar al imperio.

Por eso con lo de Erasmo, quizá, han arriesgado de forma innecesaria. Primero porque el tipo era un bribón interesado:el pobre Lutero se creía que era muy amigo suyo porque hablaba contra la abstinencia, pero cuando el de Rotterdam consiguió su bula para hartarse de comer jamón, como un sindicalista cualquiera, le hizo una higa al padre de la Reforma y se hizo más romano que Rómulo. Y, segundo, porque no sé en que puede beneficiar al delirio separatista declararse tan orgullosos de una de las figuras del humanismo cristiano, cuando los escamots del mañana tendrán un marcado acento paquistaní.

De hecho en un futuro no muy lejano, cuando ya sea independiente la república islámica de Cataluña -es la demografía, idiota-, los mulás del régimen se arrepentirán de haber pretendido que Erasmo fuese más de Montserrat que de Rotterdam. Andarán entonces buscando la sangre catalana de Averroes o Abd el-Krim, y les costará otro dineral borrar las erasmistas de su tradición milenaria.

No es cierto que la realidad supere a la ficción. No hay nación inventada en la literatura -ni siquiera en el universo Marvel- que resulte tan ridícula y grotesca como el delirio político que está construyendo esa Cataluña de ignorancia, mentiras, odio y necedad.

 

 

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