No sé si fue Milei o alguna cuestión futbolera, pero el algoritmo de X hace tiempo que lleva a Argentina. Antes de que lo intervenga Bolaños, disfrutamos así de cierta libertad de navegación y del festín verbal de los argentinos.
Su nivel expresivo es superior al español, y eso habría que aprovecharlo. Antes que recurrir a extranjerismos del inglés, es mejor mirar a nuestra lengua e incorporar términos de Argentina, Quizás el más conocido sea «coger», muy preferible a follar, copular, ejercer el coito, hacer el acto, chingar, etc.
Esto ya lo conocíamos, pero ahora, gracias a una cómica argentina, descubrimos el opuesto a coger, que no es no coger.
Explicó en un monólogo que los hombres actuales ya no las quieren «coger» porque están a otra cosa: «¡Te escatiman la pija!». Según ella, no quieren intimar, «solo cogerte por zoom, los pelotudos».
Esto fue interpretado por algunos como una señal de resentimiento, quizás de feminismo boomerang, pero algo de razón ha de tener porque ya habíamos leído sobre las formas de retirada masculina. El hombre moderno empieza a renunciar al sexo, se lo piensa muy mucho por miedo a aparecer en el muro de la Fallarás, se hace incel o le hacen incel a la fuerza, se refugia en esas sociedades de admiración mutua de los gimnasios (los gymbros) o vive una sexualidad onano-nipona por Internet, donde todo es más terso, más redondo, más brillante, hasta tal punto que habría incluso una heterosexualidad de Instagram; hombres a los que solo les gustan ya las mujeres si van con filtro o como leí a una mexicana: si salen bien editadotas.
Todo este universo de reticencia viril ya tiene su expresión gracias a esta cómica.
El hombre moderno, acobardado quizás por el feminismo, menguado de testosterona por los disruptores hormonales o por lo que sea, ha decidido retraerse, inhibirse… escatimarla.
Si del fútbol argentino aprendimos el «achique de espacios», que era la acción y sistema de achicar, jugar al achique, ahora podríamos hablar del escatime, el escatime de pija.
La superior facundia argentina nos regala esta forma de expresar, si no la abstinencia, sí al menos una actitud en la que el hombre, con el feminismo, se hace el interesante, se hace el evitativo, se hace el estrecho. ¡Jugamos todos ya!
Incorporemos esto, Bartlebys del coger. Convirtamos nuestra inapetencia, nuestra abulia, nuestra baja forma en actitud activa y consciente; el no-hacer convirtámoslo en «escatime». Seamos capaces de decir, muy dignos: «Yo a mi mujer le llevo escatimando el miembro tres semanas, ¡y lo que la queda!».