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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Escrache a Cervantes

26 de enero de 2016

Estamos en una tranquila mañana de 1575, concretamente del 26 de septiembre, en un lugar entre la costa de Palamós y Cadaqués (Gerona), Miguel de Cervantes y Saavedra volvía a España con su hermano Rodrigo, embarcados ambos en la galera El Sol. Saboreaban la brisa de la Costa Brava cuando les salió al paso una flota turca comandada por un albanés con muy mala leche llamado Mami Arnaute y les apresaron, poniendo rumbo hacia Argel, donde Cervantes fue adjudicado como esclavo a un griego traidor y cabroncete de nombre Dali Mamí, seguramente como premio por la captura.

Cinco añitos se tiró el bueno de Cervantes como siervo del capitán griego en Argel, intentó escapar en cuatro ocasiones pero no tuvo fortuna, varias de ellas por la traición de los cercanos, como el caso del dominico Juan Blanco de Paz, inquisidor en Llerena (Badajóz) que fue capturado por los berberiscos de camino a Roma y llevado a Argel. Hoy en día este dominico podría haber sido asesor de Podemos, o de Zapatero, porque lejos de atacar a sus captores, escribió y presentó un memorial a las Cortes de Castilla, sobre «los muchos excesos de las personas que van a Berbería a rescatar cautivos y lo que importa remediarlo”. Es decir, un perroflauta que se adelantó a su tiempo, un visionario de aquello de la alianza de civilizaciones y de silenciar las agresiones de los refugiados a las europeas.

La madre de Cervantes consiguió pagar el rescate de sus hijos con la ayuda de los padres trinitarios (entendamos ahora el motivo de querer ser enterrado en el Convento de las Trinitarias de Madrid), primero Rodrigo y luego, a punto de ser enviado a Constantinopla, Miguel.

Ya en España y tras pagar deudas, realizar misiones en Portugal y trabajar en la logística de la Armada Invencible, se asienta en Sevilla para ejercer de comisario de abastos para los barcos reales, siendo nombrado recaudador de “tercias y alcabalas” posteriormente, que es como se llamaba al cobrador del frac en esa época. Hacer de Montoro le trajo problemas, digamos que en 1594 se entendía menos eso de “Hacienda somos todos”, máxime cuando los impuestos eran para sufragar las guerras que tenía España. Quebró el banco donde depositaba las cantidades recaudadas, le acusaron de apropiación de dinero publico y fue recluido en la Cárcel Real de Sevilla, lugar donde empieza, bien en papel, bien en su mente, Don Quijote de la Mancha.

El Quijote es el segundo libro más editado y traducido en la historia, solamente superado por la Biblia. Se puede leer en más de 50 idiomas y supone el mayor trabajo literario jamás escrito.

400 años después del nacimiento de Miguel de Cervantes, España, Madrid, deberían rendir un clamoroso homenaje a este monstruo de la literatura, este personaje histórico conocido como el manco (aunque no lo era) de Lepanto por sus heridas en la Gran Batalla Naval que enfrentó al Imperio Turco Otomano contra la “Liga Santa”, conformada por el Papa y la Monarquía de Felipe II principalmente.

Pero por todo eso Cervantes vería hoy en día como su twitter se llena de insultos, de amenazas y lo más bonito que le dirían es “facha”, “capitalista” o “casta”. Porque era un tipo que luchó contra los moros, en un ejército cristiano, que trabajó para Hacienda y un banco, que se quedó (supuestamente) con dinero y que escribió un libro en el que el protagonista alancea a varias ovejas con saña.

Carmena ya ha empezado el escrache cultural con una pregunta a los madrileños (algunos) para que decidan (algunos) si quieren que el monumento a El Quijote en la Plaza de España se quite, se traslade o se deje. Es el comienzo y no está muy lejos el día en que veamos a un miembro de un Gobierno decir que “quizá El Quijote no sea la mejor representación de España en el Mundo” o “Cervantes no es un ejemplo de nada”.

No digo esto en broma, porque hace un mes pensaba que nadie se atrevería a tocar a quienes aparecen en el libro más leído y traducido del mundo, la Biblia, pero todos hemos visto lo que ha ocurrido en Madrid. Así que ¿por qué no pensar que van a hacer lo mismo con el segundo libro más leído y traducido del mundo?, El Quijote. 

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