«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Director de Rius TV en YouTube. Trabajó antes en La Vanguardia y en El Mundo. Director de e-notícies durante 23 años.
Director de Rius TV en YouTube. Trabajó antes en La Vanguardia y en El Mundo. Director de e-notícies durante 23 años.

España, indefensa

8 de marzo de 2025

Hace años leí un libro de título premonitorio: «España, indefensa». Lo publicó el coronel de Infantería Amadeo Martínez Inglés en 1989. No sé si antes o después le costó la carrera.

Hasta entonces había estado destinado en la Bripac, en el Sáhara, en las Fuerzas de Intervención Inmediata. Se sabía al dedillo las interioridades del Ejército porque había estado destinado tanto en puestos teóricos como de responsabilidad. Varios estados mayores y profesor de historia militar en la Escuela de Estado Mayor.

Nacido en Zaragoza (1936), que a efectos profesionales también marca, era diplomado de Estado Mayor. También por la Escuela Superior de Guerra Argentina. Además de Paracaidista y especialista en carros de combate y en cooperación aero-terrestre, entre otras especialidades. Hasta aquí, más o menos, el currículum.

Luego, tras su expulsión del Ejército, coqueteó con Izquierda Unida. Fue un precedente del ex jemad José Julio Rodríguez, que acabó en Podemos. Escribió varios libros más y fue objeto de diversas polémicas.

El libro en cuestión denunciaba el «precario estado de la defensa en España». Abogaba por la supresión del servicio militar —una cesión de Aznar a CiU— y una tropa profesional. El problema, según explicaba él mismo, es que «a ningún profesional de la milicia nos gustaba esa masa de reclutas sin instruir, sin motivación ninguna, mal equipados, mal pagados, incorporados la fuerza» (pág. 13).

Quizá tenía razón, pero ya ven lo que hicieron los suecos en el 2017: reintroducir el servicio militar obligatorio. A pesar de haberlo suprimido en el 2010. Y sospecho que, casi cuarenta años después, debemos estar igual o peor.

De entrada, me van a permitir un comentario sarcástico a pesar del Día Internacional de la Mujer. Espero que las camaradas de Podemos no se enfaden. Después de descubrirse varios casos de agresiones sexuales en sus filas —incluso silenciados por la dirección—, estoy seguro de que sabrán disculparme.

Pero la imagen de Margarita Robles con casco incluido —en una foto que ha corrido profusamente por las redes— no ayuda a tranquilizar los ánimos. Ni a inspirar confianza. Aunque quizás es una metáfora de la realidad.

Porque el primer problema es el reducido gasto en Defensa. Y desde hace años. La inversión hasta hace poco era del 0,91 del PIB. Los terceros por la cola entre los países de la OTAN. Solo por encima de Bélgica y Luxemburgo.  Cuando la propia Alianza Militar recomendaba el 2% del PIB.

Ahora ha subido un poco, hasta el 1,10%, pero sobre todo en sueldos. Mientras que la Alianza Atlántica ya reclama un 5%. Mucho criticar a Trump aunque lo que decía en su primera presidencia (2017-2021) era: o pagamos todos lo que nos toca o me voy. Han pasado casi diez años de ello.

El segundo, el factor humano. Imprescindible en caso de conflicto. No hay victoria sin moral de victoria, valga la redundancia.

No sé que porcentaje de soldados son de origen extranjero, especialmente hispanoamericano. Sobre todo en el Ejército de Tierra. Y, en concreto, en Infantería.

A partir del 2002, se permitió el acceso con el decreto 1244/2002. Era una manera de suplir la falta de personal. Alentados también, sin duda, porque al cabo de sólo dos años se accedía a la nacionalidad española. Pero, dicho con todo el respeto, me pregunto cuántos morirían por la «Madre patria» en caso de conflicto.

El tercero, aquello que eufemísticamente se denomina «conciencia nacional de defensa». De eso andamos también escasos. Por razones históricas o políticas. Yo, el primero. En la mili lo pasé fatal. Al menos los primeros meses.

Aunque a veces está alentado desde las propias instituciones. Todavía recuerdo a la anterior alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, boicoteando el stand de las Fuerzas Armadas en el Saló de l’Enysenyament de Barcelona.

O convirtiendo el Castillo de Montjuïc en un Centro Internacional por la Paz, que nadie sabe qué es exactamente. Los ingleses tienen el Imperial War Museum en Londres y nadie se escandaliza por ello. Al contrario, debe ser uno de los más visitados. Pura historia.

No en vano tenemos también un presidente del Gobierno que en el 2014, cuando estaba en la oposición, dijo que «sobra el Ministerio de Defensa». Luego ha ido enderezando el rumbo. Como es sabido, es hombre proclive a cambiar de opinión.

Sin olvidar que hubo otro, José Luis Rodríguez Zapatero, que no se levantó en su día, también cuando estaba en la oposición, al paso de la bandera americana durante un desfile de la Hispanidad.

El difunto Josep Piqué, que fue ministro de Exteriores, me confesó un día que no sabía el daño que había hecho ese gesto a las relaciones con Estados Unidos.

El hecho de que Sánchez vaya ahora de adalid antitrumpista tampoco invita al optimismo en caso de necesidad. El pasado 26 de febrero hizo una cumbre online desde la Moncloa. El resto de contertulios eran Lula, Petro, Gabriel Boric y el nuevo presidente de Uruguay, Yamandú Orsi.

Con su posición en Oriente Medio ha agravado aún más las cosas. Ha recibido efusivos comunicados de felicitación de Hamas, los hutíes e incluso de Irán.

La posición geográfica de España tampoco ayuda. Porque mucho hablar de Ucrania —con regalos de por medio— o de Oriente Medio, pero qué pasa con el flanco sur. ¿España podría defender Ceuta y Melilla? Ambas ya quedaron excluidas en su día del paraguas de la OTAN.

Sin olvidar que Marruecos, según todas las informaciones, se está rearmando. ¿Para qué?, me pregunto. Y que ahora tiene dos aliados poderosos: Estados Unidos e Israel. Aquel dicho tan antiguo en las relaciones internacionales: «Los enemigos de mis enemigos son mis amigos».

Voy a terminar, si me permiten, haciendo de abogado del diablo. Qué es lo que tenemos que hacer los periodistas: ¿Cuántos musulmanes hay en España? En Cataluña, hace unos años, se hablaba de 400.000. El otro día, en el circuito catalán de TVE, ya citaban la cifra de 700.000. Nadie lo sabe con certeza.

A las datos oficiales hay que añadir los sin papeles y los nacionalizados, que no salen en las estadísticas. La mayoría, por cierto, procedentes del Magreb. Principalmente de Marruecos.

La pregunta, pues, del millón: ¿En caso de conflicto, irían, con España o con Marruecos? Aunque de esto, por supuesto, deben saber más los cuatro generales que están o han pasado por Vox —Coll, Asarta, Mestre y Rosety— que yo, que soy un simple plumilla. Pero aquí me tienen por si quieren hablar del tema: [email protected]

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