«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El estallido Ronaldo

2 de marzo de 2016

Pude escribir los versos más tristes esa noche. Pude, pero no. Algunos piensan que los madridistas sufrimos por haber perdido la Liga este sábado. La Liga ya estaba perdida. Lo que nos descorazona e inquieta es imaginar lo que se cuece en el vestuario. Podría hablar del absurdo, penoso, extraño y resacoso estado de James. En realidad, era mi intención.  James no es James. Ha sido abducido o teletransportado por el neuralizador de Will Smith en los Hombres de Negro para olvidar…lo que sea y cómo se llame. Podría hablar del bajo estado de ánimo de Zidane. El hombre que siempre sonreía era un alma en pena en la sala de prensa. Ni un hilo de voz… Ser entrenador del Real Madrid tiene más mérito que hacer bobsleigh en África. Sólo había que esperar a enfrentarnos a equipos de nivel…el mantra. Vamos, que estábamos  preveyéndola, que diría Pedro Sánchez. Contemplar a todo un tótem marmóreo como Zinedine afligido, desmorona. Pero como todo tiene tendencia a empeorar, amigos, habló Cristiano. El portugués podría haber optado por la actitud de Urdangarín, “no me consta”, “no me acuerdo”. Pero no, Cristiano tiene un pequeño  incendiario en su interior y, en estos momentos, yo no podría asegurar qué queda en pie en ese vestuario.  El sábado fue el día más frío del año y Cristiano se propuso que más de uno se iba a ir caliente a casa y tampoco iba a necesitar encender la calefacción. Como decía Raúl del Pozo, y haciendo un símil bienintencionado, “las rubias con ‘glamour’, al estilo Alfred Hitchcock, son un peligro”.

Cuando Ronaldo habla en la zona mixta es como si Esperanza Aguirre convocara otra rueda de prensa o Rita Maestre anunciara que los titiriteros se encargarían este año de la programación de la Semana Santa madrileña. “Si todos estuvieran a mi nivel, estábamos primeros. Para ganar una competición importante y larga como la Liga no quiero menospreciar a los jugadores del Real Madrid, pero si no tienes los mejores es complicado”, fueron algunas de sus jugosas perlas. Xabi Alonso desató las iras porque osó criticar (con toda la razón) la actitud de la Selección Española: “No hemos sabido mantener ese hambre, esa ambición. No estábamos preparados y físicamente… y bla bla”. Fue su despedida del equipo nacional. Xabi utilizó el plural. Cristiano fue el típico compañero de trabajo que te dice “aparta, que ya lo hago yo”.  De cemento armado, pensaríamos nosotros. Para él, que está hecho de criptonita. Ya dijo Di Stéfano  “ningún jugador es tan bueno como todos juntos”. En el campo te puedes ir de la boca y escupir hasta la última gota de bilis. Fuera, ante un micrófono, la cabeza fría. Puedo entender, con nobleza, lo que ha querido decir pero se ha expresado de pena. Tan de pena que ha quedado como un menosprecio rotundo a sus compañeros. Reclamándose líder de los gladiadores cuando, precisamente, no está demostrando en el campo ser merecedor de ese título.

Sacar los pies del tiesto es una afición desarrollada ad infinitum en este país. Hasta el ministro Montoro tuvo su momento lengua desatada e incontenible cuando soltó a Jorge Bustos aquello de, “hay compañeros míos que se avergüenzan de ser del PP”. Recuerdo a Bustos explicando la polémica que acarreó esa entrevista: “Es quizás el político más criticado, más perseguido y más presionado a la vez y tiene la espina clavada de que no se le ha reconocido como merece”. ¡Es aquel Ronaldo tras el partido contra el Dinamo! lo que, por otra parte, produce en mi cierto desasosiego. Al Ministro se le pasó por alto con un “yo no te censuro, aunque hablas mal, obras bien”. Aunque no hemos vuelto a ver al de Hacienda.  

Lo grave es la sensación de apatía, de desgana, de no atisbar una solución al final del túnel y que el Atlético nos ganó jugando al 20%. Un Atleti cansado, como apuntaba temeroso Caminero.  A Simeone no le dio tiempo ni a que se le despeinaran esos injertos que, otra vez, pueblan su cabeza. Y a los del Barça alegrándoles la existencia: “Florentino no marxis mai. T’estimem”, dicen.

Y de nuevo pitos. Isco, James… y los habituales contra la presidencia: “Florentino, dimisión”. Y ya no desde una parcela,  se van amplificando. No quiero hacer sangre, pero no puedo olvidar a  Mourinho cuando avisó: “Hay tres manzanas podridas en el vestuario, presidente”.  Esta madridista contempla como el equipo de sus amores es vapuleado y lo peor, se está convirtiendo en una costumbre. Si la solución pasa por la dimisión de Florentino recordemos que ya dimitió en 2006, “yo les he maleducado”. Pero, no olviden (también) que el que lo sustituyó fue Calderón, el apodado Kennedy sólo por esas ondas rubias que peinaba. Mejor no recordar el mandato. Si la máxima Ignaciana indicaba: “En tiempo de tribulación, no hacer mudanza”. Lo que San Ignacio de Loyola verdaderamente dejó escrito en sus Ejercicios Espirituales fue: “En tiempo de desolación, nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos”.  Aznar estaba en el palco (¡hasta Ansón!). Ya se habló de cómo algunos apostaban  por una  posible candidatura a la casa blanca  del expresidente de España. Algunos, como los toreros, no se hacen a dejar de ser presidentes nunca. Aznar pensará como Esperanza Aguirre cuando le preguntaron si se enfrentaría,  en próximas Elecciones, a  Cifuentes y rotunda contestó, “¿y por qué no frente a Rajoy?”. Sólo alguien como Aznar podría ponerle las cosas difíciles a Florentino en unas urnas. Entonces, y parafraseando a Ruiz Quintano y recordando a los piperos, “cuando estén saladas las pipas vendrá “el estallido social”, que escribió Manuel Jabois.  Yo, visto lo visto, ya no descarto nada.

.
Fondo newsletter