«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Biografía

ETA: regalo envenenado

3 de diciembre de 2013

Ojalá no se cumpla el regalo que, según publica hoy este periódico, nos tiene pensado dejar ETA junto a los zapatos en vísperas de Navidad: la entrega de las armas. Primero, porque el Lado Oscuro nunca dice la verdad, y es muy posible que esa entrega sea sólo parcial. Pueden coger a un pacifista con cara de panoli, tipo Brian Currin, o al seráfico clérigo irlandés Alec Reid, para hacer que certifiquen la escena, fotografiarse ante los focos de una Europa que nunca se entera de nada, y dar el pego: se acabaron cuarenta años de sangre en el País Vasco. Pero se la podrían dar con queso a tan perspicaces verificadores, al guardarse un palé relleno de explosivos. ETA no puede perder esa baza inapelable y eficaz que es el detonador. No son Gandhi.

Y segundo, porque si realmente llegan a escenificar tan tierno paripé, se estaría escribiendo la última línea del guión trazado por Zapatero a comienzos de la pasada década cuando llegó al PSOE con la determinación de pasar a la Historia. Se encontró con una ETA en las últimas y en lugar de encargar una montañita de bolas de hierro de presidiarios, les regaló el balón de oxígeno de la negociación. En vez de llenar celdas de los killers y sus cómplices, preparó el terreno para llenar concejalías y escaños del País Vasco de proetarras, con cara de Gerry Adams.

Lo que hizo Zapatero, con la ayuda inestimable de los Eguiguren y los Rubalcaba, fue ponerle alfombra roja a quienes tenían en su haber más de 800 cadáveres. Y dar una solución política a un problema criminal y penal. Cierto, que el conglomerado de ETA tenía una pequeña cuenta con la justicia. No problem. Para eso estaba el Tribunal Blanqueador (perdón Constitucional). Resultado: los ayuntamientos del País Vasco se llenaron de banderas abertzales, los etarras ya tenían lo que querían y ZP pasaba a la Historia como hombre de paz.

Oiga, espere… queda un problema más. ¿Qué hacemos con las víctimas? ¿Las víctimas? ¿Qué víctimas? “Menudo dilema” debió pensar Zapatero. Solución: ese ingrato marrón se lo dejamos al Gobierno del PP, que para eso tiene cuajo. La prueba es que éste ha seguido la hoja de ruta esbozada por ZP, con esa amnistía general encubierta que son los bolinagazos y los estrasburgazos, excarcelando a personajes con cientos de muescas en sus cartucheras, dejando sueltos a los faisanes, y poniendo cara de circunstancias ante las víctimas, esos aguafiestas pelmas.

Todas las piezas encajan. Con la entrega de armas, el mundo etarra obtendría certificado de buena conducta y podría continuar con su maratón política: las europeas primero, y las municipales y locales después. Y el Gobierno exhibiría ese nuevo tanto en la recta final de la legislatura, añadiendo a los verdes, un brote más… aunque este último esté teñido de rojo.

.
Fondo newsletter