Que nuestra democracia no ha alcanzado la madurez de otras por largos años enseñoreadas en las principales potencias occidentales es una realidad que se hace presente en cada polémica política, en cada sobresalto, en todo debate, desafío y hasta en las bromas. Pero los españoles, de eso, no tenemos la culpa. Nuestra democracia está entrando en la adolescencia y sólo es cuestión de tiempo que madure y podamos disfrutarla como disfrutan los adultos. Si es que somos adultos en lo que a política se refiere. A veces creemos que los somos, pero sólo lo parecemos y eso es lo que ha sucedido en España con la emisión este domingo de “Operación Palace”.
Jordi Évole creyó que los españoles eran maduros, más que su adolescente democracia, y puso en marcha la grabación de un falso documental sobre el 23-F, del que se cumplen 33 años. Contó con la complicidad de políticos y periodistas, logró un guión estupendo y una factura muy digna. La emisión registró una cifras de audiencia magníficas, y el periodista batió su propio récord. Lo que ahora se llama audiencia social -la actividad en las redes en torno al programa- también fue un éxito. Casi se descorchaban las botellas de cava para celebrar la mayoría de edad, la nuestra y la de ella. Pero entonces se descubrió que el documental era falso y la furia cundía entre los españoles, entre el bochorno y la indignación. Muchos golpeaban su cabeza contra la pared, entre ellos alguna joven política que había caído en la trampa, tras comprobar que se habían tragado una falsa conspiración que lo explicaba todo si no hubiera sido mentira. Otros se daban golpes de pecho ante la ofensa de bromear con un episodio trágico de nuestra Historia que, sin embargo, tuvo muchísimo de cómico. Los menos, disfrutaron del espectáculo supieran o no que era puro teatro.
Évole pecó de ingenuo y creyó que ya habíamos crecido. Algunos lo han hecho, pero queda mucho por vivir. No pasa nada, no es malo, es ley de vida. Sólo hay que ser consciente de que España, para esto de la política, todavía es adolescente y no disfruta como una democracia madura. Iniciativas como la de “Operación Palace” contribuyen a acelerar el crecimiento, son buenas, sanas y, cuando menos, ayudan a tomar el pulso político a los españoles.