El nuevo director mundial de marketing de Coca-Cola es espaƱol y, como es de esperar en alguien que ha alcanzado un puesto de tanta relevancia en la empresa privada por sus propios mĆ©ritos, demuestra en sus anĆ”lisis y opiniones una inteligencia notable. En una reciente entrevista con motivo de su nombramiento, Marcos de Quinto dice en relación a Podemos que resulta previsible una gradual evolución de esta fuerza polĆtica hacia posiciones mĆ”s realistas y moderadas, si es que desea verdaderamente alcanzar una mayorĆa que le permita gobernar. Y pone como ejemplo al llamado Ā«clan de la tortillaĀ» socialista, que en los aƱos setenta del siglo pasado se situaba en la radicalidad utópica y que despuĆ©s fue adaptĆ”ndose al contexto económico y social de la Europa occidental y del mundo libre hasta acabar siendo una pieza fundamental del establishment.
Ahora Podemos es un movimiento extremista de corte marxista-leninista, cuyos planteamientos y cuya estĆ©tica aparecen como agresivamente rupturistas. Sin embargo, es obvio que el cambio se ha iniciado ya en su seno. En muy poco tiempo, ha pasado de ser una agregación hirviente de grupos asamblearios de diverso corte y pelaje a estructurarse como una organización centralizada con un fuerte liderazgo encarnado por Pablo Iglesias y de proponer medidas irrealizables de signo colectivista a presentar un programa autocalificado como socialdemócrata. Por mucha gente desesperada que haya en EspaƱa y por grande que sea la indignación contra la corrupción sistĆ©mica de los viejos partidos, la composición social y la distribución de la renta en EspaƱa, ademĆ”s de su pertenencia a la Unión Europea, a la Eurozona, a la OTAN y a la OCDE, no son compatibles con una oferta electoral que ondee banderas con la hoz y el martillo y la efigie de Lenin, la nacionalización de los sectores de la energĆa, del transporte y de la banca, el impago de la deuda, la fijación de un salario mĆ”ximo, la expropiación de viviendas vacĆas y un impuesto sobre el patrimonio que provoque una fuga masiva de capitales. Por tanto, si los dirigentes de Podemos aspiran en serio a ocupar La Moncloa deberĆ”n no sólo modular, sino modificar sustancialmente sus propósitos para hacerlos creĆbles y digeribles a los ojos un suficiente nĆŗmero de votantes que les coloque como la opción hegemónica en un espacio que abarque desde el centro hasta la izquierda. Si persisten en mostrarse como una marea arrasadora y destructiva del orden establecido generadora de riesgos imprevisibles, conseguirĆ”n quizĆ” en las presentes circunstancias un buen puƱado de escaƱos, pero ni de lejos el Gobierno. Por otra parte, a medida que vuelva el crecimiento y el empleo, tal como sucede invariablemente tras todas las recesiones, y se vayan consolidando partidos de centro de naturaleza regeneradora, Ciudadanos es hoy el ejemplo de referencia, la insistencia de Podemos en la toma del Palacio de Invierno, lo condenarĆa a la marginalidad.
En fin, que dentro de diez años veremos a Pablo Iglesias sin coleta, elegantemente trajeado y codeÔndose con los grandes de la tierra, felizmente casado con Tania y con sus hijos escolarizados en un colegio privado bilingüe, perfectamente encajado en el coche oficial, curado ya de idealismos totalitarios y contemplando con benévola nostalgia su pasado de grito descamisado y barricada violenta. Al tiempo.