«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Actor. Cine, teatro y televisión. Fue diputado en el Congreso de los Diputados y jefe de grupo en las Cortes Valencianas. Actualmente trabaja en 7NN. Dirige y presenta 'ConToni' los sábados por la noche.
Actor. Cine, teatro y televisión. Fue diputado en el Congreso de los Diputados y jefe de grupo en las Cortes Valencianas. Actualmente trabaja en 7NN. Dirige y presenta 'ConToni' los sábados por la noche.

Extremoduro

25 de junio de 2023

Qué pena no vivir en la dulce Extremadura, cuna de la derecha civilizada. Aquí, en la Comunidad Valenciana, estamos a punto de caer en el nazismo. No se rían. Lo dice Gabriela Bravo. Nada menos que Consejera de justicia en funciones. También un concejal de Compromís, un tal Candela. Como facha y fascista ya no les funcionan han subido la apuesta.

La ministra de ciencia Diana Morant —ya, ya sé que no les suena de nada— da una cabriola dialéctica muy original y habla del «pacto del aguilucho». Ni un día sin citar a lo que les suene  a franquismo. Dice Diana que «habrá un retroceso en la dignidad de la vida de los valencianos porque renunciamos a proteger a nuestras mujeres». Diana no dijo ni para proteger a la menor de la que abusó el marido de Mónica Oltra. Hay mujeres y mujeres, claro. Acaba confesando que la gente le para en la calle «para trasladarle su miedo y estupor». Imagino la escena. Paseando por su Gandía natal. Las mujeres, desesperadas, le asaltan. Los hombres se solidarizan. Diana, querida, ayúdanos. Estamos estupefactes. Aterrorizades.

Francina Armengol, la que se iba de copas durante la pandemia saltándose su propio toque de queda, la que impidió que se investigara el caso de las menores prostituidas, dice que las mujeres «se juegan la vida» en las próximas elecciones generales. En realidad se la juega ella, que opta al congreso después de perder el gobierno balear. Si no lo consigue, Francina debería volver al trabajo. Un drama.

Pilar Alegría, ministra ella, asegura que las mujeres han seguido las negociaciones PP-Vox con terror. Esto comienza a parecer una novela de Stephen King. Se nota en las calles de Valencia, sí. No podía faltar Baldoví, que añade que este nuevo gobierno «ataca a las mujeres, a los servicios públicos, a nuestra lengua y cultura, a las personas LGTBI y al medio ambiente». Joan no se ha dejado nada. Ya he dicho en alguna ocasión que le deseo una larga vida política a un tipo como Baldoví, el señor que bailaba junto a Oltra celebrando los abusos a una menor aclarando después que eso «no era una fiesta». Mejor pagarle el sueldo a Joan y que siga en política que permitir que vuelva a los colegios a meter mierda en la cabeza de nuestros hijos. Imagínenlo dando sus clases de gimnasia. Joan se veía ya de vicepresidente. Pobre.

Todos ellos, junto a la progresía mediática de este país, están encantados con la candidata del PP de Extremadura. La derecha civilizada, la llaman. A uno debería escamarle que los adversarios le alaben. Incluso la líder podemita extremeña ha dicho que «alabo su discurso». A mí me dice eso alguien de Podemos y me tiro de un puente. Pero Maria Guardiola parece feliz, happy. Declara que ella no habría llegado a un pacto como el valenciano, «porque no se puede tragar con todo». Estaría bien que María nos concretara a los valencianos qué punto del acuerdo de gobierno le parece infumable. Qué sapo nos estamos tragando. También que nos aclare de paso por qué habla de Valencia y no de Santander, donde su partido ha llegado a un acuerdo con Revilla y su gobierno de comisionistas. O de la entrega de Barcelona al PSC, que ya está fichando a podemitas e indepes, ya puestos. De lo contrario tendríamos que pensar que se está marcando un Gabriela Bravo, un Morant o un Baldoví, esa pandilla de asustaviejas que ya no mete ni miedo.

Yo doy gracias a que aquí en Valencia nos haya tocado la «derecha mala». Que se puso manos a la obra y llegó a un acuerdo en dos días para echar al tripartito. Primer punto para Mazón y Flores, negociadores del acuerdo. Extremos y duros.

Fondo newsletter