Con los quince recursos presentados, en tiempo de descuento, el fiscal Pedro Horrach acaba de prestar su último servicio a la Infanta Cristina. De repente, un tipo llamado Marco Antonio Tejeiro (al que esperábamos antes de ahora) da un paso al frente, se declara arrepentido y declara ante Horrach. Con el fiscal pactan un acuerdo de conformidad por el que confiesa que en Aizóon, la empresa a medias entre Urdangarin y su esposa tenía por objeto receptar los beneficios del Instituto Nóos, pero que él solicito –a la expectativa de una reducción de penal- exonera de responsabilidades a la Infanta y a la esposa de Torres, por cierto su hermana Ana María Tejeiro.
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Esta es la maniobra última para exculpar a la Infanta y a la mujer de Torres, pero ¿después de tres años? Tanto teme Tejeiro el “condenón” (similar al de Urdangarin y Torres), que con su abogado Cristóbal Martell y, sin aportar absolutamente nada nuevo, vayan todos corriendo con los ocho folios del “arrepentido” a intentar ganar más tiempo y que declare ante el instructor. En cualquier otro sumario, esto hubiera sido resuelto con un seco: “Esto llega fuera de plazo, cuéntelo en el juicio”. Aquí ya verán como no es así.
En pocas palabras Tejeiro in extremis alega que el dinero que cobró Nóos acabó siendo repartido entre Torres y Urdangarin a través de facturas falsas de las sociedades que controlaban. Las facturas no respondían a servicios realmente prestados, como sospechaba el instructor José Castro. Lo más fuerte es que Tejeiro diga que el Instituto, nunca fue una asociación sin ánimo de lucro, sino una sociedad con fines lucrativos. Thanks for the information!, ya nos había parecido.