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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.

García-Legaz está ‘descontado’

15 de diciembre de 2014

La imprudencia no es un delito. No aparece ni en el Código civil ni en el Penal, luego no es delito. En política sí lo es. Y como tal se paga. Que se lo digan a Gary Hart, un candidato galán hollywoodiano a la Casa Blanca que fue pillado manteniendo una aventura con la joven modelo Donna Rice. Lo trituraron, no por acostarse con la guapa, sino por negarlo. Es la negación pseudo-protectora la que acaba con el político.

La ley vale para España y para el show del pequeño Nicolás, trasunto de la España fin de ciclo de 2014. No es porque llevara empresarios chinos, españoles o judíos, al despacho de Jaime García-Legaz. Ni porque se sentara juguetón en su silla de secretario de Estado de Comercio. Ni siquiera porque García-Legaz le abriera las puertas de FAES. Tampoco porque García-Legaz fuera asiduo a las “fiestukis” del chalet de Carbonero y Sol, como sostiene Fran Nicolás y niega rotundamente Jaime García-Legaz. García-Legaz tiene que dimitir por haberlo negado. Negar lo obvio puede significar que la calificación de “imprudencia” encubra cosas peores.

Las medio-verdades de Fran Nicolás se sostienen en las negativas absurdas de otros. Sean del secretario de Estado; o de la vicepresidenta, Sáenz de Santamaría;  o del CNI, que por la mañana activa a la Abogacía del Estado para querellarse contra el que fuera su “esbirro”,  y por la tarde, Félix Sanz Roldán dice que es un asunto insignificante que no merece su atención. Eso después de que el Centro Nacional de Inteligencia hubiera emitido un comunicado –insólito en instituciones homólogas- negando relación con el Pequeño Nicolás.

Por el camino las acusaciones de un empresario que asegura haber negociado con ambos una entrega de dinero a cambio de obtener licencias en el Ayuntamiento de Madrid. Este hombre se llama Zapata, su establecimiento se llama La Isabela, y ese asunto está flotando en el aire, sin respuesta efectiva por parte del político responsable de Comercio Exterior español. Los mercados de la política ya “han descontado” a García-Legaz, se ponga como se ponga.

Luego vinieron las baterías de “chats” y de ”wassaps” de Fran Nicolás a Jaime García-Legas y viceversa, que han sido al secretario de Estado, lo que las fotos fueron a Gary Hart: demoledoras en sus efectos. ¿Qué es lo próximo?  ¿Fotos? Tipo las de Arturo Fernández en los sofás del chalé de “descompresión” del chalé que pagaba una constructora que recibía obras del Ayuntamiento de Madrid,

Jaime García-Legaz está atrapado. Los que parecen echarle un cable, como Luis de Guindos o Soraya Sáenz de Santamaría, dan más la sensación de que el cerco se estrecha. Como si Legaz fuera el malecón en la galerna.Parece que esperan el momento del descabello con un “manos fuera, yo no he sido”. El error de García-Legaz ha sido pretender que “escamparía”, sin tener en cuenta que “el niño” solo encuentra consuelo en el dinero italiano de Telecinco, así que estirará el chicle hasta donde la audiencia aconseje y su futuro está enganchado en ese chicle.

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