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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
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Garzón y la trece catorce

10 de julio de 2021

Al hermano de Eduardo Garzón -el crack que recomienda imprimir billetes como receta contra la crisis económica- le han hecho una trece catorce de libro. Luego la gente se pregunta cuál de los dos hermanos es más tonto, si el  que tiene aspecto de seminarista frustrado metido a comunista -Alberto- o el de las fotocopias y no sabe una qué contestar. Después de lo que ha pasado esta semana, es muy probable que se haya despejado la incógnita.  El caso es que a  Alberto no le veo maldad, si acaso ingenuidad. El día que se hizo el reportaje de la paella – arroz con cosas para los lectores valencianos- con el chándal de la RDA, estoy segura de que no sabía lo que significaba. Ni la paella ni la RDA.  

Al parecer, la expresión “hacer la trece catorce” procede de una novatada propia del sector de la mecánica, en la que al recién llegado le ponen a buscar la inexistente llave 13-14, mientras los veteranos se ríen de la criatura contemplando cómo ésta hace el canelo. Pues algo parecido es lo que, no sólo Sánchez sino todo el Gobierno, le ha hecho a mi Garzoncito. La diferencia es que en este caso la llave existe. 

Que lo echen por inútil, por aburrido, por tostón o por desustanciado, estará justificado por más pena que me dé, pero nunca por cumplir con su trabajo

Es de primero de Progresía que la carne, cuando menos, está mal vista debido a que las vacas son animales contaminantes que, supongo, habrá que erradicar en algún momento de la faz de la Tierra por mor de un medio ambiente limpio y cristalino. Me pregunto cómo asumirá el progre, amante de los animales muy por encima de los seres humanos, este asunto. Si su postura acerca de la tauromaquia es inflexible, cabe preguntarse si las vacas no están siendo discriminadas respecto a los toros. ¿Acaso las feministas no tienen nada que decir sobre esto? ¿Qué es más importante: una hembra -de cualquier tipo- o el medio ambiente? El progresismo tiene vericuetos intransitables para mí.

La cuestión es que el ministro de Consumo, aburrido de no tener más ocupación que la de poner un tweet mensual en el que anuncia la fruta y verdura de temporada, ha tirado esta semana de iniciativa propia y se ha cavado su propia fosa política. Tengo que decir que de manera del todo injusta. Si queda fuera del Gobierno por esto, será una faenada. Que lo echen por inútil, por aburrido, por tostón o por desustanciado, estará justificado por más pena que me dé, pero nunca por cumplir con su trabajo, que no es otro que llevar a cabo los planes que anuncia el Gobierno del que es miembro. Garzón, llevado por su irrefrenable e impetuoso ánimo de agradar a Su Sanchidad, se ha pasado ya la Agenda 2030 y va a por la 2050. Así que, a tomar por saco la carne. 

Se entiende mal la mofa, befa y escarnio que del ministro de Consumo ha hecho Sánchez esta semana con su declaración sobre su gusto por los chuletones al punto. Más, cuando fue él –Su Persona– quien anunció el pasado 20 de mayo a bombo y platillo la aberrante agenda para el año 2050. Los seguidores de Alberto, que no de Eduardo el de los billetes fotocopiados, no alcanzamos a comprender la necesidad de que casi todo el Gobierno -en este caso hablamos de muchísima gente- niegue a nuestro ingenuo y, quizá por eso, comunista ministro y lo descalifique de tan humillante forma. Si Pedro El -siempre- Magnánimo utiliza este incidente de forma torticera para deshacerse de Alberto, mucho me temo que perderá el referido sobrenombre para ser conocido como Pedro El Cruel. Al menos, por servidora.

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