«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Gallega en Madrid. Periodista apasionada por la información, defensora de la libertad y de España. Redactora Jefe en El Toro TV y al frente de 'Dando Caña'.
Gallega en Madrid. Periodista apasionada por la información, defensora de la libertad y de España. Redactora Jefe en El Toro TV y al frente de 'Dando Caña'.

Génova 13 busca GPS

31 de enero de 2025

Si Viaje al centro de la Tierra es sinónimo de exploración, imaginación y aventuras, el viaje al centro del Partido Popular es más bien una odisea de contradicciones y cálculos erráticos. Un trayecto incierto para la formación pero también para sus propios votantes y aquellos que todavía confían en esta papeleta.

En un giro digno de guionistas desesperados, el PP ha decidido dar su respaldo al decreto minibús, antes conocido como ómnibus y ahora troceado, impulsado por el gobierno de Pedro Sánchez, a pesar de que ciertos aspectos que motivaron su rechazo hace apenas una semana siguen intactos. Recordemos: el PP rechazó esta normativa porque incluía concesiones como la cesión de un palacete en París al PNV o medidas que protegen la okupación. Ahora, en un ejercicio de contorsionismo político que haría envidiar a cualquier acróbata de circo, han decidido que, después de todo, no estaban tan mal. No encaja en la lógica de quien se define a sí mismo como antagonista de la okupación o el gasto público desmesurado. El problema es que la estrategia de abrazar el centro como si no hubiera un mañana no es más que un tiro en el pie. Más centrado en alejarse de ciertos titulares que en enfrentar a un Gobierno que, según el propio Alberto Núñez Feijoo, merecería activar una «alerta antidemocrática». Esto no es estrategia política, es pura indefinición. El PP necesita un GPS político urgentemente. Porque si el objetivo es desbancar a Sánchez, lo que se necesita no es titubear, sino tener claro hacia dónde se va. La celeridad de Trump, como diría Esperanza Aguirre, o la motosierra de Milei.

La reforma del Consejo General del Poder Judicial, la gestión de los menores extranjeros no acompañados, el control del Tribunal Constitucional… En lugar de hacer frente a todo ello con una oposición férrea, el PP ha vuelto a regalarle aire a un Pedro Sánchez que atraviesa una crisis parlamentaria sin precedentes y que cada día está más debilitado. Un presidente que ha colonizado las instituciones, disparado el gasto público, desestabilizado el mercado de la vivienda y atado su destino a concesiones para sus socios con el único propósito de mantenerse en el poder.

Alberto Núñez Feijoo ha justificado su voto favorable al nuevo decreto alegando que «al PSOE le encantaría que el PP le regalase el titular de que nos oponemos a las pensiones. Y como eso es mentira, no lo vamos a hacer». En otras palabras, el PP ahora vota en función de lo que un medio pueda titular. Si ésa es la nueva definición de «conciencia», entonces el panorama no puede ser más preocupante. Sería admirable si la tesitura fuera la de elegir entre dos buenas opciones, pero desastroso cuando se trata de elegir entre el bien y el mal.

Feijoo es predecible, como ya demostró en Galicia. Pero ahora lo que se necesita es determinación. Sánchez no tiene intención de marcharse y lo que parece urgentemente necesario es alguien dispuesto a construir una alternativa real con soluciones concretas para cuando ese momento llegue.

El PP, que se dejó engañar por las encuestas antes de las generales, que en plena campaña electoral se preocupó más por distanciarse de VOX que por desafiar al PSOE, que sigue sin mostrar firmeza, no puede continuar por esta senda. La oposición no puede ser un ejercicio de cálculo electoral, sino una defensa firme de los intereses generales. No hay nada más inexplicable que alguien que se define como conservador y se empeña en conservar las ideas del adversario. Si el conservador no conserva nada, el opositor no se opone a nada y el líder no lidera nada, estarán condenados a ser exactamente lo que parecen. Nada.

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