«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Licenciada en Periodismo por la Universidad CEU San Pablo y Máster en Periodismo de Agencia por la Universidad Rey Juan Carlos. Tras casi una década en el Grupo Intereconomía (La Gaceta, Intereconomía TV y Semanario Alba), es ahora jefa de Prensa del Grupo Parlamentario VOX en el Congreso de los Diputados.
Licenciada en Periodismo por la Universidad CEU San Pablo y Máster en Periodismo de Agencia por la Universidad Rey Juan Carlos. Tras casi una década en el Grupo Intereconomía (La Gaceta, Intereconomía TV y Semanario Alba), es ahora jefa de Prensa del Grupo Parlamentario VOX en el Congreso de los Diputados.

Goebbels demodé

16 de marzo de 2022

Existió la tentación de iniciar esta columna con un ‘empecemos por el principio’; pero eso habría sido tanto como obligar al director de este digital a detener la lectura del texto, tirarlo a la basura y revocar de inmediato su generosa invitación para escribir —de nuevo y tras más de dos años al otro lado de la barrera— en mi muy querida Gaceta. 

Así que diremos sólo que antes del quid de la cuestión, va un pequeño prólogo: 

Voto a VOX; y así seguiré haciendo hasta nueva orden de mi libre conciencia. 

Trabajo en VOX, y tengo por costumbre ser leal con quien me da la oportunidad de ganarme un sueldo. 

Así que ni puedo prometer ni prometo neutralidad política en estos artículos. Sí puedo, en cambio, garantizar honradez. Que no escribiré nada que no piense y no afirmaré nada que no suscriba. Eso, y que vengo aquí a contar algunas de las ‘cosas que pasan’ en el Congreso. Y, ahora, al quid de la cuestión.

A las harto conocidas etiquetas que cuelgan a VOX se une ahora —en plena invasión de Ucrania— la de proPutin. Y ésta, igual de ridícula que las anteriores, tiene sin embargo una ventaja: la de permitir un análisis detallado y acotado en el tiempo de la burda táctica goebbeliana empleada por no pocos medios y políticos. 

El cínico adagio de que ‘una mentira repetida mil veces se convierte en verdad’ parece grabado a fuego en las mentes de los periodistas y adversarios políticos que disienten con VOX

Desde que comenzó la criminal guerra rusa, VOX ha manifestado —a través de comunicados oficiales y portavoces nacionales— su rotunda y firme condena a la invasión de Ucrania en casi una decena de ocasiones. Mensajes enviados convenientemente a los centenares de periodistas acreditados en los grupos de trabajo de VOX; mensajes difundidos en salas de prensa oficiales; hasta en la Tribuna del Congreso. Y aún hoy, son muchos los artículos —de opinión y de presunta información— que colocan a VOX en una, con suerte, tibia equidistancia entre Rusia y Ucrania; entre invasor e invadido. 

¿No se enteran? ¿No han leído los comunicados? ¿No han oído ninguna de las declaraciones de (por orden) Jorge Buxadé, Santiago Abascal, Iván Espinosa, Javier Ortega, Abascal de nuevo…? ¿Son todos víctimas de sordera política? ¿O son, simplemente, malos en sus trabajos? 

Mantendremos un simbólico silencio respecto a esta última pregunta y subrayaremos, sencillamente, el abuso del goebbelianismo que padece la actual vida política

El cínico adagio de que ‘una mentira repetida mil veces se convierte en verdad’ parece grabado a fuego en las mentes de los periodistas y adversarios políticos que disienten con VOX. 

Hay un mundo alternativo (…) de nuevas formas de comunicación en el que los discipulillos del propagandista se ven despojados de toda eficacia

Y cierto es que en ocasiones surte efecto; a los lectores, espectadores y oyentes de los medios de comunicación más tradicionales les llega esa visión distorsionada de todos y cada uno de los discursos del partido de Abascal. 

Pero —y aquí viene el disgusto para los goebbelianos— hay un mundo alternativo; una galaxia de redes sociales, de medios independientes; de nuevas formas de comunicación en el que los discipulillos del propagandista se ven despojados de toda eficacia. 

Sus mentiras son contestadas a la vista de todos. Se les sonroja, y con razón, por sus burdas manipulaciones, y esa mentira repetida cien veces se convierte en un boomerang que se vuelve contra su dueño anulando, prometedora y felizmente, la pulsión distorsionadora.

Esta segunda realidad es, por ahora, minoritaria frente a la bien engrasada maquinaria político-mediática. Pero es cuestión de tiempo. Goebbels está demodé y cada vez son más los que están dispuestos a impedirle volver.

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