«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Golpismo en la dana

1 de noviembre de 2024

Es muy pronto aun pero ya se puede decir que en la crisis de la dana o de la supergota fría o como se le quiera llamar a este fenómeno trágico, el estado, el Estao, el Estado, el Monstruo del 78 tampoco ha salido airoso.

Es, sin duda alguna, una continuidad del Covid. Es extensión de la crisis covidiana en la que no respondió nadie, a menos que nos conformemos (¡y hay quien lo hace!) con el caso Koldo y sus derivadas.

Las palabras hoy de Margarita Robles, 78 puro, PSOE puro, mujer setentayochizada, forma orgánica del más depurado tinglado, sientan un Antes y un Después.

En el mundo de los plumillas tenemos que estar muy atentos porque hay dos cosas que se decían siempre que ahora ya sí se pueden decir: lo de Valencia es dantesco de verdad (incluyendo a la Robles, que es también dantesca) y supone un Antes y un Después.

La ministra Margarita Robles ha dicho que el ejército, su negociado, no puede hacer el trabajo de las Comunidades Autónomas y ha venido a sentar, con todo su coño, con todo su santo coño, una especie de subsidiariedad sociata: en la más extremada urgencia, las cosas son de las CCAA hasta que son del Estado, que, en todo caso, ya entrara si eso…

El gobierno del PSOE se comporta ya como un gobierno federal, un gobierno federal chapucero, discrecional, escaqueador, de los chinos, de chichinabo…

No es un gobierno federal dentro de un Estado federal sano, funcional y estructurado, sino una forma mutante (o mutacional, más mutacional que constitucional) en la que el gobierno decide que se federa o federaliza.

Así montó en el Covid una Conferencia de presidentes que ahora los del PP invocan como el órgano de la más alta institucionalidad… una especie de senado in pectore.

Covid y dana se parecen por el desastre en la respuesta, porque la respuesta ha sido tan desastre como el desastre mismo, y también porque esa respuesta es una profundización, por la vía de los hechos consumados y funerarios, en lo «federal». En «lo federal » según lo entiende el PSOE.

El PSOE va por la vía de los hechos luctuosos a la federalización de España. Por llamarlo de alguna forma. Esto le interesa porque, en primer lugar, está en su ADN (en sus orígenes, en su Ser) y también porque le permite ir de la mano de sus socios antiespañoles legislatura tras legislatura.

Este proceso toma varias formas y la gestión de crisis es una más, y no pequeña.

El Estado se borra unos días de Valencia, porque, dicen, es competencia autonómica. El Horror es competencia autonómica. Lo pone el Estatuto de Autonomía: «La gestión del Apocalipsis forma parte histórica del Autogobierno valenciano…». Ya sabemos que el efecto es que Mazón se cueza en su propio jugo. Pero además del oportunismo político, esto será visto como un «borrado del Estado». El Estado ya se replegó de Cataluña y se repliega de los sitios y momentos de crisis. Al ciudadano, al español, al contribuyente se le priva de su Estado. Se le priva de lo que ha pagado, pero además se le priva de sus derechos. Este hurto, este repliegue del Estado es un golpe más. Un golpe al Estado, herido de muerte, y un atropello sin igual al ciudadano.

La forma golpista es, en realidad, ademán dictatorial. La suprema discrecionalidad de inhibirse es dictadura (o más bien, como me aclara Jorge S. de Castro, tiranía), es golpismo galopante profundizador en lo tiránico y en una forma de Estado. ¡Nadie ha votado un Estado que no esté en la Crisis! ¡Que no pueda estar en la Crisis!

Esta gente y este sistema horroroso que pasa de su fase terrorífica a su fase horrorosa (el 78 nació con el terror de ETA, y homologada ETA, con el covid y la dana, alcanza el horror, se hace horroroso en esos dos momentos en los que el español ya es zombi, ya camina como un zombi por la historia) no solo acaban con la nación, desnacionalizan España, pulverizan su ser patriótico y democrático, el demos y el ethos, sino que van debilitando el Estado, repartiendo el Estado y ahora privando al español de la acción estatal.

La ruina del Estado Autonómico que el covid y la dana hacen tan evidentes, se quiere hacer forma de Estado. Se quiere hacer de la disfunción una forma pseudofederal. Esto es un atropello de alcances incalculables.

En Cataluña dejaron solos a los españoles. Allí el Estado se ha corrompido regalándose a los separatistas y a muchos efectos ha desaparecido (está, pero está metamorfoseado en enemigo, en estructura de Estado catalanista), y en Valencia el Estado se aleja por propia iniciativa. Como si hubiera un golpe, pero el golpe lo dieran en Madrid (donde, no nos engañemos, se dan todos). Es un golpe, se ha sentido como golpe, como circunstancia golpista; ha tenido escalofríos y perplejidades y vacíos de golpe, de golpista estar-en-vilo; y tiene alcances de autogolpe en el que el Poder se sustrae, se inhibe, se restringe dejando al ciudadano a merced del caos autonómico.

El golpe no consiste en sacar los tanques, sino en no-sacar los tanques. En tener encerrado al ejército (haciendo de esta forma una exhibición de fuerza incivil).

Al español de Paiporta o de Alfafar, que ya sabía o debería saber que el Poder Soberano no es suyo y, por supuesto, que no le hace caso, ha llamado en la noche al Poder y el Poder tampoco ha aparecido.

El voto no cuenta, pero es que el grito de auxilio tampoco.

El Consenso liderado por el PSOE nos lleva al Estado Autonómico y, una vez allí, nos abandona. El Estado se retira. Se retira un paso, unos días, los suficientes para que seamos conscientes del abandono, la descoordinación, la ineficiencia y la insuficiencia.

¿No es eso un comportamiento de maltratador? El gobierno autofederalizado abandona al español a los bordes del abismo autonómico para que lo llame a gritos, para que lo eche de menos, para que pide más, reforzando así la servidumbre. Esa fragilidad se hará humillación y con la propaganda y los días se hará servidumbre más fuerte, más animalesca.

¡El PSOE es el mayor chulo de la nación, el de mano más firme! ¡La apaliza donde no deja morados!

El Estado Autonómico es el Estado mafioso del Consenso, cuyas partes por supuesto no colaboran. Solo negocian zonas y treguas. ¡Cómo van a coordinarse los Corleone con los Tattaglia! Esas partes están regidas por leyes informales, por negociaciones a oscuras. No hay mecanismos hábiles de coordinación. No hay una sana juridicidad.

El salto del Estado Autonómico a su derivada, a su consecuencia, lo está dando el PSOE en su pacto con los separatistas (amnistía) y con su gestión de las crisis. Valencia y el Covid no son solo la fase horrorosa del 78, sino formas violentas de federalización, avances de lo siguiente. Federalización a las bravas. España se federaliza en el lomo del español. Son federalización en marcha, a martillazos, a golpe de crisis. Son inhibiciones-golpe de Estado. Valencia ha sido un golpe en el que el Estado ha sido secuestrado el tiempo suficiente.

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