Algún día, Fernando será un hombre hecho y derecho. Todavía ignoramos si será un médico que salvará vidas, un deportista que rompa récords, un poeta o músico que nos emocione, un sacerdote que nos reconforte, un técnico que nos solucione problemas, un policía que nos proteja o un maestro que nos enseñe. Puede que cualquier otra cosa. Pero será uno de los nuestros, un ser humano como usted o como yo, que hará felices a su familia y a sus amigos.
Tal vez un día, en cualquier parte, sea ese hombre quien le preste ayuda a alguien cuando más lo necesite sin pedirle nada a cambio. Y eso será posible porque Fernando habrá recibido el don más grande al que cualquiera puede aspirar, el de la vida.
En el caso de Fernando, ese regalo habrá sido posible gracias a la generosidad, abnegación y esperanza de sus padres, Bosco y Blanca, que no desfallecieron en su lucha por sacarle adelante. Fernando nació a las 24 semanas de gestación. Era un bebé de apenas 740 gramos de peso, con los órganos todavía con un desarrollo insuficiente, algo que a muchos pudo hacer dudar acerca de su viabilidad. Pero no a Bosco y a Blanca que, contra otros pronósticos, apostaron por la vida.
Han pasado tres meses desde ese nacimiento prematuro y Fernando, a punto de abandonar la incubadora, pesa ya tres kilos. Durante todo este tiempo, su padre nos ha tenido al corriente de su evolución a través de Twitter con el hashtag de #rezoporfernando, un epígrafe que se ha convertido en un referente de las redes sociales y en un llamamiento a la oración y a la esperanza.
Fernando es ya un símbolo para quienes pensamos que la vida de un ser humano se inicia en el vientre de su madre y es también una invitación a la reflexión para aquellas mujeres que, el algún momento, han llegado a pensar en poner fin a un embarazo no deseado.
Muchos bebés se han visto privados de la vida incluso con un mayor desarrollo del que tenía Fernando cuando vino al mundo. Él, a pesar de todas las dificultades, ha conseguido salir adelante. Y eso es la demostración de que la vida siempre encuentra un camino.
Si un día, alguien le presta ayuda sin pedirle nada a cambio, puede que se llame Fernando. O Antonio, Bosco, Manuel o quién sabe cómo. Poco importará su nombre, pero sí el hecho de que se encuentre ahí. Gracias a Bosco y Blanca por recordarnos la importancia de la vida, lo más valioso que tenemos. Y gracias a Fernando por reconciliarnos con la especia humana.