«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Amando de Miguel es catedrático emérito de Sociología en la Universidad Complutense (Madrid). Siguió estudios de postgrado en la Universidad de Columbia (New York). Ha sido profesor visitante en las Universidades de Texas (San Antonio) y de Florida (Gainesville). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Yale (New Haven) y en El Colegio de México (DF). Ha publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. El último libro publicado: Una Vox. Cartas botsuanas (Madrid: Homo Legens, 2020). Su último trabajo inédito: “La pasión autoritaria de los españoles contemporáneos”.
Amando de Miguel es catedrático emérito de Sociología en la Universidad Complutense (Madrid). Siguió estudios de postgrado en la Universidad de Columbia (New York). Ha sido profesor visitante en las Universidades de Texas (San Antonio) y de Florida (Gainesville). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Yale (New Haven) y en El Colegio de México (DF). Ha publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. El último libro publicado: Una Vox. Cartas botsuanas (Madrid: Homo Legens, 2020). Su último trabajo inédito: “La pasión autoritaria de los españoles contemporáneos”.

Hacia la III Guerra Mundial

1 de febrero de 2022

Antes de las dos guerras mundiales anteriores, cundió la opinión de que era imposible una contienda de tal magnitud. Se confundía la probabilidad con los deseos, un desconcierto muy frecuente en la vida individual. Fue lo que se llamó apaciguamiento en 1939. En todo caso, se generalizó la impresión de que el conflicto, de estallar, iba a durar poco: nueva ofuscación colectiva.

Estamos en las mismas. No digo que la III Guerra Mundial vaya a empezar esta semana; de venir, esperará hasta la primavera o más allá. A pesar de que las armas son, hoy, eficacísimas, el conflicto se extenderá al mundo entero, al menos, en sus efectos económicos. Comenzará con la invasión de Ucrania por las tropas y, sobre todo, la inteligencia (en su peor sentido) de Rusia. Al tiempo, China se abalanzará sobre Taiwán la antigua Formosa. Ambos ataques serán, también, cibernéticos. La guerra se complicará porque el Occidente democrático no tendrá más remedio que enfrentarse al expansionismo del Oriente autoritario.

Rusia y China tratarán de vestir su ofensiva como formas de sendas reunificaciones, tanto del Imperio del Sol Naciente como el de Todas las Rusias. Es la versión actual del concepto de espacio vital (lebensraum), desarrollado por los teóricos alemanes del siglo XIX, a partir del geógrafo Friedrich Ratzel. El nazismo acogió con entusiasmo esa doctrina, y ya sabemos cómo acabó la cosa.

Los comunistas hispanos ven, en el Gobierno de Putin, una continuidad con el régimen comunista soviético

Los actuales dirigentes rusos, continuadores de los zares y los soviets, sostienen que Ucrania (como otros Estados limítrofes) son parte de su espacio vital. Alegan razones culturales. Simbólicamente, la capital, Kiev, es algo así como el sancta santorum de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Un detalle adicional: el gran compositor ruso, Chaikovski, nació y se crio en Ucrania.

De todas formas, Rusia, en términos per cápita, es una potencia económica media, incapaz de enfrentarse por sí misma a Occidente (Estados Unidos de América y sus aliados). Otra cosa es que el conflicto del territorio OTAN esté dispuesto a una acción bélica conjunta, quiero decir, sin fisuras. Habría que conjuntar muchas voluntades políticas dispares. Pongamos el caso de España, por tenerlo más a mano. Resulta la paradoja de que el Gobierno español actual se compone de una fracción socialista y de otra (más vocal) comunista. Esta última se inclina, decididamente, por Rusia. Es una demostración indirecta de que los comunistas hispanos ven, en el Gobierno de Putin, una continuidad con el régimen comunista soviético.

Así pues, la posibilidad de una guerra en Ucrania y países cercanos es, solo, hacedera si, al tiempo, China intenta fagocitar Taiwán. Del lado de Oriente, junto a China, se acomodarían Corea del Norte e Irán. Son las satrapías juntas. Obsérvese el parentesco léxico entre estas voces de distintas lenguas: zar, césar, sha, khan.

Los combatientes de una guerra de estas dimensiones no recurrirán a las armas nucleares.  No obstante, habría que prepararse para el bombardeo de muchas ciudades con misiles y drones. Es posible que algunas poblaciones tengan que someterse al duro racionamiento de víveres, electricidad, gas y derivados del petróleo. No sería extraño que colapsara la internet. Ante un panorama tan aciago, se debe concluir que esta eventual guerra la perderían todos. Es el argumento definitivo para que no se declare, aunque el argumento sea mucho confiar en la racionalidad humana.

.
Fondo newsletter