«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
(Santander, 1968). Jefe de Opinión y Editoriales de La Gaceta de la Iberosfera. Ex director de La Gaceta de los Negocios, de la Revista Chesterton y de Medios Digitales en el Grupo Intereconomía. Ex jefe de Reportajes en La Razón. Formado en la Escuela del ABC. Colaborador de El Toro TV y de Trece Tv. Voluntario de la Orden de Malta. Socio del Atleti. Michigan es su segunda patria. Twitter: @joseafuster
(Santander, 1968). Jefe de Opinión y Editoriales de La Gaceta de la Iberosfera. Ex director de La Gaceta de los Negocios, de la Revista Chesterton y de Medios Digitales en el Grupo Intereconomía. Ex jefe de Reportajes en La Razón. Formado en la Escuela del ABC. Colaborador de El Toro TV y de Trece Tv. Voluntario de la Orden de Malta. Socio del Atleti. Michigan es su segunda patria. Twitter: @joseafuster

Haciendo el avioncito

6 de diciembre de 2013

El presidente del Gobierno y el líder de la oposición callaron cuando el reloj de pie del salón contiguo entonó un carillón británico seguido de cinco campanadas. El líder de la oposición suspiró y miró el reloj. El presidente del Gobierno consultó la hora, suspiró y susurró: “Las cinco”. “Sí, eso parece” –contestó el líder de la oposición, que se volvió hacia el presidente: “¿Tú qué crees?”. El presidente negó con la cabeza. El líder de la oposición asintió: “Yo, tampoco”. El presidente bufó: “Ya, no sé, en fin…”. El líder de la oposición encogió los hombros: “Que sea lo que Dios quiera”. El presidente ladeó la cabeza: “¿Dios?”. El líder de la oposición hizo una mueca y agitó una mano en el aire: “O una energía cósmica”. El presidente asintió: “Ya, sí”. El líder de la oposición miró el reloj: “Las cinco”. El presidente chasqueó la lengua: “Pasadas”.

Justo en ese instante, se escucharon unos pasos rápidos que se acercaban al salón. En un gesto instintivo, el líder la oposición agarró la manga de la chaqueta del traje del presidente y dijo en un arranque de miedo: “Ay”. El presidente le miró de reojo, como con cierto pudor, y tiró con suavidad del brazo para soltarse del pellizco. El líder de la oposición bajó la cabeza y se disculpó: “Son los nervios”.

Los pasos sonaban cada vez más cerca hasta que se detuvieron frente a la puerta del salón. El líder de la oposición pegó un pequeño grito, apenas un gemido, mientras el presidente le agarraba de la mano. El picaporte de la puerta bajó despacio. La puerta se abrió con suavidad y la figura de José Manuel Rebolledo, director de la Oficina de Internacional de La Moncloa,
se recortó a contraluz. El líder de la oposición entrelazó los dedos de su mano con los de la mano del presidente y respiró deprisa. El presidente gritó: “¿Qué? ¡Hable!”. Rebolledo sonrió y dijo: “Han accedido. El presidente
de la FIFA nos acaba de confirmar que a España le va a tocar un grupo fácil”. El presidente y el líder de la oposición se levantaron de un salto y se abrazaron.

El líder de la oposición gritó: ¡Gracias, Dios!”. El presidente se puso de rodillas con los brazos en forma de cruz y gritó: “¡Menos mal que hay un Mundial cada cuatro años!”.
Lo que ocurrió a continuación jamás fue revelado, pero muchos años después, antes de morir, Rebolledo le contó a una enfermera del hospital que él había visto a un presidente del Gobierno y a un líder de la oposición levantarse la camisa y ponérsela sobre la cabeza para luego correr por el salón del Palacio haciendo el avioncito. Pero, claro, la enfermera no le creyó, sino que repasó el gotero de morfina.

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