«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Heraclito

10 de marzo de 2015

“Todo fluye…”, afirmaba, todo cambia, parece, por tanto, que lo único que podemos afirmar empíricamente que no cambia es la provisionalidad y fragilidad de la configuración de la realidad, incluida la del propio ser humano de generación en generación. Esto genera inquietud e inseguridad. Pues el hombre, lo que desea es certeza y estabilidad. 

Esta teoría filosófica, tan antigua, aplicada a la dialéctica política en cuanto descendemos al mundo de la realidad social, la vemos prostituida y repetida hasta el hastío, en los cambiantes postulados para “arreglar el mundo” por parte de los políticos al uso, aquellos que están constantemente invocando esa palabra ambigua y general de “el cambio” (la revolución) como un eslogan con el que pretenden convencer a la humanidad de que disponen del filtro mágico a partir del cual pueden conseguir la felicidad para la totalidad del género humano. A partir de ahí, seguridad y estabilidad. ¡Milagro ya no habrá más cambios, la felicidad completa! Prometer la inmutabilidad de cualquier logro es una falsedad, aireada por todo soñador político o demagogo.Efectivamente todo cambia, pero en la práctica, muchas veces a peor, pues los humanos podemos influir en ese devenir en una cierta medida.

El dar cabida en el mundo real a la fantasía política es una irresponsabilidad, abusar de las ilusiones de los humanos, apelar o fomentar sus más bajos instintos de resentimiento y envidia, para conseguir el poder, es más grave y criminal, sobre todo si se hace conscientemente por alguien que se supone debe conocer las limitaciones más elementales de la propia naturaleza humana. Al hombre hay que aceptarlo como es, partir de otro supuesto, el mito del “hombre nuevo”, es un comportamiento incalificable que debería estar sujeto a limitaciones legales, pues puede llevarnos a retroceder dramáticamente en los logros de generaciones de esfuerzo a favor de un mundo “más justo” aunque le falte mucho por ser justo del todo. Una democracia exclusivamente electoralista sin cortapisas a la fabulación, no es “sostenible”, como ahora gusta tanto calificar cualquier cosa.  Sin un mínimo control de los contenidos de determinados mensajes políticos; arengas que fomenten actitudes que puedan llevarnos a la larga a una guerra, como ya ha ocurrido en el pasado, deberían estar prohibidos. Que nadie se escandalice: no entiendo la lógica de porqué se justifica la prohibición del partido nazi y se tolera la existencia de grupos comunistas radicales. Ambos deberían estar prohibidos tras las pasadas experiencias históricas. 

Me podrán explicar que son tácticas pero tampoco creo que esté justificada la crítica sistemática y la falta de colaboración entre los distintos partidos, la actitud de llevar la contraria por llevar la contraria, es perniciosa para el conjunto social y con los actuales medios de comunicación, en un momento en que todo se conoce, ese comportamiento infantil produce una sensación de desconcierto entre los ciudadanos y falta de credibilidad de la clase política en su conjunto. ¡Imaginemos por un momento a un paciente pendiente de un diagnóstico para una intervención quirúrgica y todos losmédicos alrededor poniéndose a caldo desautorizando cada uno la opinión del contrario! Pues en cierta medida gobernar debería ser algo igual de profesional.

.
Fondo newsletter