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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Historia de dos empresas

20 de octubre de 2016

El anuncio de la decisión de la Comisión Europea respecto a Apple, obligando a la multinacional norteamericana a devolver 14.000 millones de euros en impuestos pasados al Estado Irlandés, tuvo todos los ingredientes del poder de Bruselas.Imponer la decisión europea sobre un gigante tecnológico norteamericano, demostrar la voluntad no permitir la “evasión fiscal” de la multinacionales, avanzar en la armonización fiscal sobre los países que como Irlanda buscan atraer inversiones con bajos impuestos. Un sueño hecho realidad del centralismo europeo contra las prácticas más agresivas del capitalismo norteamericano.

Parecía que poco podían hacer Irlanda y Apple, aunque el país es soberano en cuanto a su fiscalidad y la empresa llevará dos decenios con presencia en Irlanda. La actual Comisión Europea al fin había elegido una batalla que podía ganar, no como la inmigración o los déficits públicos. Además aunque la decisión pudiera ser cambiada en los tribunales, eso pasaría dentro de años y el efecto político se producía ahora.

Pocas semanas más tarde las autoridades norteamericanas anunciaban la posible sanción del banco alemán Deutsche Bank por malas prácticas durante la crisis financiera del 2008. La posible sanción era también de 14.000 millones, esta vez de dólares. Las acciones del banco alemán se han desplomado. La entidad había tenido en los últimos años una serie de contratiempos en su intento de ser un banco de inversión global, lo que ha originado tres cambios en su cúpula, además de sucesivos malos resultados.

Su capitalización bursátil no superaba los 18.000 millones de euros y la posible multa era más de dos veces sus provisiones para litigios. Si las autoridades norteamericanas confirmasen la sanción el futuro de la entidad estaría en serio riesgo. La inversión qatarí en el Deutsche Bank hace saber que está preocupada con su inversión en Alemania, lo que afecta al atractivo del sistema bancario europeo en un momento en que los nuevos requisitos de capital de Basilea IV están en discusión y la rentabilidad futura se analiza en detalle. Otros bancos europeos pueden ser objeto de multas similares en EE.UU.

 

Pero además el Deutsche Bank es más que un banco. Representa parte de la marca Alemania, que ya había sufrido con el caso Volkswagen de fraude en emisiones contaminantes el pasado año. La banca alemana no es lo más transparente ni eficiente de la súper economía europea, pero es alemana. Es decir está respaldada por la mayor economía euro, la que ofrece mayor seguridad y simboliza la ortodoxia económica y el rigor del ordoliberalismo impuesto a todos los demás países europeos, especialmente en sus respectivos sistemas bancarios.

Nadie piense en teorías conspiratorias, pero las cosas suceden

Españoles, irlandeses, belgas, griegos, portugueses habían sido objeto en los últimos años de exigencias financieras para poner sus sistemas bancarios en orden. Italia estaba este verano en una batalla con la Comisión para arreglar el suyo. De repente es el mayor banco alemán el que puede resucitar la crisis bancaria en Europa, también el segundo banco germano, Commerzbank, tiene serios problemas y vuelve el foco sobre las Sparkassen de sus regiones básico apoyo de las poderosas medianas industrias exportadoras .Se pone sobre la mesa que el BCE ha sido demasiado indulgente con Deutsche Bank en sus cálculos de capital para los recientes stress tests. Vamos todo un muestrario de lo que va mal en la UE. Todo en un momento de dudas profundas sobre el proyecto europeo liderado en solitario por Alemania, desde la crisis del 2008. Cansancio con una disciplina que no acaba de producir resultados, en una zona euro con ganadores y perdedores una división desconocida hasta ahora en el proyecto europeo. Silencio en el resto de las capitales y constantes desmentidos en Berlín que no habrá dinero público para el Deutsche Bank.

 

Dos empresas multinacionales una potente y avanzada, la otra débil e ineficaz, una norteamericana y otra alemana, las dos sometidas al poder de Estados donde operan. Es seguro que hay ejemplos justo al contrario. Un caso no tiene nada que ver con el otro, los dos serán resueltos en los tribunales del Estado sancionador, pero el daño reputacional y político no tiene comparación y se extiende mucho más allá de la empresa afectada. Nadie piense en teorías conspiratorias, pero las cosas suceden, que diría Donald Rumsfeld.

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