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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Santander y El Banco de España nos dieron la razón

17 de junio de 2017

Muchos han sido los adoradores del absolutismo público en la confiscación de Banco Popular por parte de los funcionarios españoles y europeos, hasta que los inspectores del Banco de España y el propio Banco de Santander han venido a cuestionar el proceso de incautación. Sólo unos pocos, entre a los que incluyo a Santiago Abascal, presidente de VOX, cuestionamos el fin de la propiedad privada a manos de personas que no han creado un puesto de trabajo en su vida, pero que deciden sobre la fortuna de todos.

Mi opinión de la pasada semana sobre lo pernicioso que resultará el mecanismo de intervención utilizado con el Banco Popular, me ha valido importantes críticas por parte de personas vinculadas a Banco Santander y, sobre todo, de personas vinculadas a mi querida Liberbank, antigua Caja de Ahorros de Asturias. He sido calificado como pesimista, dañino y pernicioso para la Caja por personas vinculadas al ámbito Universitario y a la propia Caja. Resulta evidente que, aunque saben leer, no entendieron mi artículo. Quien ha perjudicado a Cajastur, no ha sido un servidor, sino el monstruo creado para expropiar a accionistas y obligacionistas del sistema financiero sin explicación y compensación alguna. Un mecanismo de intervención, incomprensiblemente bien visto por mis críticos defensores de Liberbank, pese al daño que el mismo ha causado a la Caja de Ahorros. ¡Cosas veredes amigo Sancho!.

Afortunadamente no tengo inversiones en Banco Popular, al contrario que mis críticos, con intereses en Liberbank o Banco de Santander. Me gusta la independencia, no seguir la corriente y sobre todo me gusta comprobar cuan extendido está el ciego seguidismo oficialista entre personas que se consideran instruidas y liberales. Un oficialismo, que llega al paroxsimo, cuando quien lo defiende son personas vinculadas, al mismo tiempo, a la Universidad y a la propia Caja de Ahorros.

Pero me gusta más aun, que el Banco de Santander y los inspectores del Banco de España, hayan venido a darme la razón, ante tanto adulador de la intervención pública en beneficio de no se sabe qué interés general, que determina el propio confiscador.

El Banco del Santander se plantea ahora compensar a algunos de los accionistas Se ha visto obligado a inyectar más de 13.000 millones por la fuga de depósitos y los inspectores del Banco de España han cuestionado públicamente tanto el mecanismo, como los informes que se utilizaron para justificar la intervención del Banco Popular.

Los dos principales implicados, aceptan los gravísimos errores cometidos, pero siempre tendremos ilustres profesores universitarios que sigan defendiendo el mecanismo que ha hecho desaparecer a una de las principales entidades financieras de nuestro país y llevado a Cajastur a una de sus mayores crisis recientes. Más que intervención, lo del Banco Popular ha sido una aséptica incineración en la que no han quedado ni cenizas.

El Banco Santander, que optó por la intervención, pues su oferta de un euro, no podía llevarse a cabo sin mediar confiscación, trata ahora de atenuar la enorme fuga de depósitos de unos clientes, la mayoría clase media, cuyos ahorros estaban invertidos en acciones y obligaciones

de Banco Popular y que no están dispuestos a nutrir con sus depósitos al Banco que ha colaborado para que los funcionarios españoles y europeos los arruinaran. No acabo de comprender, como Banco de Santander, en lugar de comprar a mercado el Popular por los 1.300 millones que valía un día antes, se ha prestado a una operación de estas características, en la que se obliga a una ampliación de capital de 7.000 millones y en la que se ha visto forzado a inyectar 13.000 millones para cubrir la salida de depósitos. La operación de compra a mercado no habría generado tanto rechazo por accionistas o clientes, y hubiera requerido de menos recursos.

Los inspectores del Banco de España cuestionan los informes de Deloitte, utilizados para justificar la intervención, por falta de expetise o independencia de la consultora. Cuestionan también un sistema que no trata de curar al enfermo, sino que lo ejecuta para que no sigan escuchándose sus quejidos. Con este mecanismo, la rentabilidad del sistema público de salud sería extraordinaria. No pierda el tiempo en curar al enfermo, ejecútelo y mándelo al cementerio.

En esta operación han faltado médicos y sobrado enterradores. Es una operación diseñada por vagos y para vagos, para arruinar a unos y enriquecer a otros, en la que hace falta muy poco trabajo para solucionar los problemas del sistema bancario a través de la incautación. ¿Para qué nos vamos a romper la cabeza, asumir costes políticos o evidenciar la falta de recursos del Fondo de Garantía de Depósitos, si tenemos a los incautos inversores y obligacionistas a los que expropiar?. Piense usted qué pasará cuando no haya recursos para pensiones o no se pueda pagar la desorbitada deuda pública ¿cree usted que respetarán su propiedad entonces?. Los mismos que han expropiado los ahorros de cientos de miles de personas en el Popular, harán lo mismo con su propiedad cuando lo estimen conveniente.

El poder absoluto del gobernante, que requisa tu propiedad con nocturnidad y sin explicación alguna, ha sido el principal enemigo de la Libertad a lo largo de la historia. Este poder absolutista lo representa a la perfección el instrumento de intervención bancario que ha fagocitado al Banco Popular. En pos de la idolatrada concentración bancaria que reduce la competencia, perjudica al consumidor, concentra poder e incrementa los riesgos del sistema financiero europeo, se subordina el derecho de propiedad privada y se ampara la inseguridad jurídica. Un sistema bancario europeo sobre cuya crisis, falta de diagnóstico y tratamiento alertan los inspectores del Banco del Banco de España.

Es precisamente la limitación del poder del estado lo que debe reforzarse y no incrementar el poder de los burócratas, como hacen los adoradores de la intervención pública cual polillas cegadas por la luz que las acabará consumiendo.

En el caso de Banco Popular, hay muchas cosas que no sabemos. No sabemos por qué la CNMV no hizo nada por detener las posiciones bajistas. No sabemos por qué el Banco de España no alertó de la situación del Banco Popular con anterioridad. No sabemos por qué el regulador europeo, el Ministro de Presidencia y el de Economía engañaron a los accionistas hasta el día antes de la intervención. No conocemos los sesudos informes que recomendaban la intervención.

Al final, a los pocos que hemos criticado este mecanismo de incautación, contra el “main stream” oficialista, nos acabarán dando la razón los hechos.

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